Pesas y medidas

Algunos no creen que un juez, por ejemplo, en el ejercicio de su función, actúe de acuerdo con la Ley

Ayer, San Esteban, fue declarado santo de las pesas y medidas. Porque todos, pero todos-todos, se lanzaron sobre el Discurso del Rey, para un estudio sin anestesia sobre el cuerpo de la Nación. Y de su Real Persona. Digo las pesas y las medidas necesarias. El papel del discurso lo miraron hasta de canto. Unos por si podían arrimar el ascua a su sardina, otros buscando la munición para perpetrar el crimen. Lo que nació para dirigirse a los españoles, reunidos en sus casas un día tan señalado como la Nochebuena, con la idea de felicitarlos y desearles unas felices fiestas, se ha convertido, a la fuerza, en un equilibrio inestable en el que el Monarca, Jefe del Estado, se ve obligado a recordarnos que la Constitución es lo que nos mantiene unidos y ha hecho posible el progreso de España y, en esta ocasión, pedir muy seriamente el respeto hacia las instituciones. Algunos no creen que un Juez, por ejemplo, en el ejercicio de su función, actúe de acuerdo con la Ley.

Por eso esta división de progresistas y conservadores, paso previo al antiguo comunistas/fascistas. Ya no sé si un cirujano culé actúe con malevolencia sobre un paciente madridista. Me cuesta mucho aceptar ninguno de estos casos, pero de esto hablaba el Rey, que piensa -pienso- como yo. Es Rey de todos los españoles, incluso de los que no lo quieren a él. ¿Se entiende? Parece que cuesta. O progresistas o el diluvio. Digo: ¿avanza este sistema decimal de pesas y medidas en el que el patrón es Sánchez/Iglesias/Rufián/Otegui? Más de 40 años después nos piden barajar, como si la baraja en uso estuviera marcada, trucada. En la certeza de que, esta vez, ha llegado el momento de la Federación de Repúblicas Ibéricas (sin Portugal).

Eso de los experimentos sin gaseosa es del pasado, ahora o nunca puede que sea el lema, el resumen de la política. Levantar el paño del altar es poco. Pasará a la Historia como el político que desenterró a Franco. Esto no es el amor más allá de la muerte, es el odio. Y con el odio sólo se construye un odio mayor. Aunque, cuidado, la gente calla. Y espera el momento. Sin pesas ni medidas. Suena Leopold Kozeluch, la Sonata 43. Es salir de este ahogo, hay muchas cosas distintas a las pesas y medidas, a este nuevo sistema decimal de una España en donde quieren volver a lo que fuimos, una suerte de nuevo poema de Gil de Biedma. La inmensa mayoría paga sus impuestos y lucha por los suyos, que no es esta vindicación imposible, que quieren ganar ahora. Viva el

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios