Los nuevos tiempos

César De Requesens

crequesens@gmail.com

Ofensores y ofendidos

Nos estamos acostumbrando al achicharramiento preventivo no vaya a ser que digas algo que hagas pensar

Se encienden piras por cada esquina. Cada vecino, pariente, internauta o amigo enciende la suya en su muro o en su casa para quemar al que disiente de su dogma personal, única razón defendible y digna de ser protegida. El resto de lo que opine ese infierno que son los otros sólo es digno de desprecio y de la condena del silencio. Nadie lee ni escucha, menos aun si eres hombre-heterosexual-blanco-con nómina. Entonces directamente debes ser lanzado al fuego por si acaso, pues ya de partida eres sospechoso de eurocentrista, falócrata y pieza a abatir, aunque lo que digas sea razonable, o porque lo que dices es razonable.

Nos estamos acostumbrando al achicharramiento preventivo no vaya a ser que digas algo que hagas pensar fuera de las anteojeras a un personal cada vez más agitado con violencias de todo género. El Babel contemporáneo se ha instalado entre nosotros.

Tenemos la ideología a flor de piel. Los del pelo con corte a la taza están de cacería contra todo, no vaya a ser que el capitalismo tenga algo bueno; los de la cabeza rapada, con camisa roja, azul o negra, pues a lo suyo, a dar palizas a los 'piel oscura' o amarilla o roja, o blanca siempre que no opinen lo mismo; las de la pelambre en la sobaquina, pues afilando la podadora-organofóbica de cierta parte cavernosa de la anatomía donde sitúan el origen de todos-todos los males del mundo-mundial. Simplismo y violencia a granel.

Se ofenden los laicos por campanadas y procesiones; los religiosos, por el desacato a sus vírgenes y santos; los jóvenes, porque no les dejan pintarrajear las calles; los polis, porque se sienten incomprendidos; los animalistas con los matarifes taurinos; los niños por sometidos a las normas de este mundo en el que el capricho individualista se impone al bien común, en línea con ese emperador-niño del flequillo rubio al que le dieron tuiter para que nos formara en cómo son las cosas para un crío de setenta años.

Demasiados ofendidos todos y muy poco reflexivos. Muchos se están dando de baja de las redes sociales por la desinformación cruzada y el ansia de hoguera. También por salud mental, por paz interior o por no acabar llamando al vecino cualquier día para enseñarle el hacha que se compró de rebajas y con la que hoy piensa empezar a liquidar enemigos.

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