Tomates y calabazas

Lourdes Chaparro

lchaparro@eldiadecordoba.com

Obligados

Hay quien estos días se ha convertido en un experto epidemiólogo y también en visionario con los brotes

Esta semana he tenido que coger un taxi para acudir a una cita y tuve una de esas conversaciones de ascensor con el caballero que conducía, quien nada más acceder al vehículo se subió la mascarilla. Y claro, el diálogo comenzó por la tan manida frase "qué calor hace esta tarde", a la que siguió la obligatoriedad de llevar mascarilla en todas partes. Sin embargo, este señor me reconoció que no entendía que hubiera que llevarla en la orilla de la playa y que es muy fácil incumplir esta norma: "Lo que está haciendo la gente es irse a la orilla, meterse en el agua hasta las rodillas y charlar allí". Le recordé que el uso de la mascarilla es obligatorio y que la multa por incumplir es de cien euros.

Lejos de concluir la conversación y al hilo del informativo que emitía una radio nacional a esa hora de la tarde, el conductor continuó con su visión de la pandemia y se convirtió en un experto epidemiólogo -profesión en la que ahora parece que todos somos unos expertos- y también en visionario: "Cuando decían que iban a levantar el estado de alarma, yo decía dos semanas más, dos semanas y mira ahora".

Se refería a los brotes que se están registrando por toda España y de los que, por el momento, Córdoba no se ha librado. Mientras el taxímetro seguía acumulando céntimos hasta llegar a mi destino, la conversación llegó a un posible futuro confinamiento que se negó a cumplir y que sentenció con la siguiente frase: "Prefiero morir del coronavirus que del hambre".

No quise entrar a discutir con él, básicamente porque estábamos llegando al destino, pero me revolví en mi interior al pensar cómo era capaz de decir aquello con todo lo que hemos pasado -no se puede olvidar todas las víctimas mortales que ha dejado el maldito covid-19 y lo que puede que se avecine no ya en los próximos meses, sino en las próxima semanas-. Sin hacer valoración alguna, un semáforo en rojo le dio la oportunidad de continuar la conversación hasta llegar a la conclusión de que en la tarea de la vuelta a la normalidad "los políticos van a lo suyo". Una conclusión lamentablemente cierta contra aquellos que dicen gobernar para nosotros, a quienes costeamos su vida a base de pagar impuestos y que lejos de aprender o ponerse en el lugar de las víctimas -y no de cara a la galería- siguen sin entender. Y sí, mañana es sábado, y la mascarilla sigue siendo obligatoria para ti y para mí; para todos.

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