Los fondos Next Generation de la Unión Europea pretenden servir para paliar lo que nos ha ocurrido, que casi nos mata un camión. Tantas veces se ha manoseado indebidamente eso de que las crisis son oportunidades que comprendo cualquier escepticismo, pero, por una vez, debo reconocerme sorprendido, y añado, gratamente sorprendido.

En un verdadero desierto de ideas, poblado indecorosamente por una verborrea politiquera infumable, en esta pequeñita provincia del sur hay una iniciativa pública, que además persigue inteligentes complicidades privadas, que tiene una pinta muy buena (¿quién lo diría con lo que poco que nos apreciamos?). El caso es que, al amparo de esta nueva política europea, en la Diputación de Córdoba han puesto en marcha una página web que responde a un llamado algo snob, como la propia política, pero cuyo contenido es presumiblemente útil de manera inmediata: Córdoba Next Generation Lab.

Me gusta la cosa. No es que una página web suponga la panacea de estas oportunidades, porque las páginas, como el papel en lo físico, lo soportan digitalmente todo, pero el contenido que tiene parece huir de la tontería y centrarse en lo importante. A ver, detalles concretos: la página ofrecerá un buscador de ayudas públicas, de subvenciones de la Unión, fundamentalmente dirigido a los ayuntamientos, para que puedan beneficiarse de fondos públicos. Parece que va a ser más clara, intuitiva y fácil para localizar la información que otras herramientas que ya existen. Otro, Córdoba Next Generation permitirá utilizar con datos reales y específicos, y esto sí que cuenta, un mapeo usable para detectar proyectos viables con que conseguir fondos vinculados al Plan de Recuperación y Resiliencia (nombre rimbombante que, no obstante, debería aliviar al conservador y, sobre todo, procurar el crecimiento al visionario). Y, tres, el sistema va a estar sometido a dos criterios: el primero, conectar lo público con lo privado y los territorios, o sea, menos dimensión burocrática y más, ¡por fin!, interés por las personas; y, segundo, se presenta sin decir que es genial, en constante proceso de revisión (ellos lo han llamado "fase beta permanente"), o sea, abierta a podar lo inútil e insistir en lo que sirva, aunque ello suponga cambiarla. Parece insensato, pero es que lo normal, a veces, debería triunfar.

Nada es por casualidad. Los fondos no se han inventado aquí y sé que estamos todos hastiados de tanta promesa vana. Pero también sé que hay quienes aprovechan la ocasión porque saben hacer al menos dos cosas: rodearse de gente buena (montar equipos) y liderarlos con audacia (estar para hacer, no por estar). El que dirige esto, Víctor Montoro, no ha descubierto la pólvora, pero la está utilizando y en este pedregal es un oasis. Igual influye que algo sabe hacer fuera. Igual hay una generación nueva.

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