En medio de la última etapa de la segunda ola, estrenando la primera fase de nuestra segunda desescalada que tendrá lugar en esta segunda ola y que precederá a la segunda fase de la desescalada de la segunda ola; antes de que llegue la tercera ola sin culminar la tercera fase de la desescalada de la segunda ola y hasta que llega la segunda quincena del primer mes del próximo año con la vacuna, nos seguimos moviendo en la nueva normalidad, en la neonormalidad.

La neonormalidad se parece mucho a la normalidad pero con mascarilla y gel hidroalcohólico, sin bares ni tiendas, con mucha angustia, mucha incertidumbre y mucho miedo, con toque de queda y sin abrazos. Prudencia y necesidad de vida a partes iguales, o desiguales, y compensando, pero parecida a la normalidad, con mucho de lo de antes -afortunadamente-, con mucho de lo de siempre, de lo de la antigua normalidad.

Terminando la última semana del último puente del último trimestre del primer año de la pandemia, he recibido comunicaciones escolares que se parecen mucho a los mensajes pre navideños de siempre, esto es, un listado inmemorizable de actos, subactos, neoactos del colegio de mis hijas. Así que, copando todas las líneas de todos los próximos días de mi agenda de trabajo, he ido anotando ya las tareítas hasta el final de la primera evaluación en dos colores, uno por niña. Claudia es rojo y Bertita es amarillo. Obviamente, me he quedado sin hueco para reuniones de trabajo, juicios, plazos ni llamadas pendientes, ni una línea para anotar evento propio -e inexistente-. Sin hueco para nada de lo mío. Sí, muy de madre este último quejío pero les aseguro que mi agenda es una avenida de Madrid.

El día que la pequeña va de pastora es el día que la mayor lleva merienda navideña ¡meter polvorón! -en rojo- el día que los de primaria llevan el juguete solidario, los de infantil llevan instrumento para el villancico, ¡pandereta! -en amarillo-. Y así hasta el día del Gordo. Y así por duplicado -cuatriplicado-, por mail y whatsapp, aquí con sus preguntitas sus aclaraciones, sus valoraciones. Mi reconocimiento a las familias numerosas, familias arco iris.

El viernes le compré los mantecados y saqué el traje de pastora, todo listo, en caliente y con la tensión me sentía capaz de mantener retentiva, quería escuchar ya a los niños de San Ildefonso, porque la presión por acordarme de sus cosas en sus días es la de antes, la culpa anticipada es la misma de siempre. Sentimientos de madre eternos e inalterables, nada neo.

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