La Disposición adicional decimosexta de la nueva Ley de Memoria Democrática, aprobada en el Congreso la semana pasada, reza: "El Gobierno, en el plazo de un año, designará una comisión técnica que elabore un estudio sobre los supuestos de vulneración de derechos humanos a personas por su lucha por la consolidación de la democracia, los derechos fundamentales y los valores democráticos, entre la entrada en vigor de la Constitución de 1978 y el 31 de diciembre de 1983, que señale posibles vías de reconocimiento y reparación a las mismas".

Esta disposición no estaba en el texto original. Se incorporó a través de una enmienda transaccional del PSOE, cerrada con Podemos, Más País y Bildu, a unas primeras de Bildu y Más País. Seamos, perdón, francos: ¿señala que las víctimas de la represión franquista pueden alcanzar hasta el final de 1983? No. Pero no seamos memos, sin perdón, aunque insistan en tratarnos como tales: ¿de qué vulneraciones de derechos humanos habla? Las cositas hay que interpretarlas.

Felipe (sí, aquel Felipe que sigue sin dimitir, ¡ay, Forges!, ¡cuánto tontolglande!) torció el gesto. No me suena bien, dijo, con una prudencia demasiado generosa para esta estupidez. Muy posiblemente, presidentes de la talla de Suárez o Calvo Sotelo, los dos primeros que le antecedieron, habrían dicho lo mismo de estar vivos. Apunte contra la desmemoria: Felipe ganó las elecciones generales de 1982 con 202 diputados. Tras el intento fallido de golpe de estado de 1981, el cambio alcanzó el poder político en una democracia consolidada contra viento y marea.

A renglón seguido, para no distraernos con zarandajas nostálgicas de socialdemócratas desfasados como yo, la reacción de alguno de los autores de la enmienda no se retrasó. Otegi: a González no le gusta la ley por X razones. Interpretación auténtica se llama a esto en derecho: la que realiza el propio autor de la norma. Y, con memoria, pero sin vergüenza, operó la inquebrantable unidad de tragaderas que ha inoculado el prohombre líder del mundo libre, y bello, a la bancada socialista: 119 diputados silentes no han encontrado razón alguna para cuestionar ni mínimamente esta lamentable nueva entrega de uno solo, él, que, de seguir, continuará hasta el infinito y más allá en una espiral soberbia e inútil, si un puesto de relumbrón internacional (espejito, espejito…), no nos libera pronto y aparta del ungido el amargo cáliz de la derrota. Pierde el país y pierde el PSOE con este presidente. Insoportable.

Defiendo la memoria con historia democrática. Los gobiernos, y los tiempos, de Suárez, Calvo Sotelo y Felipe son patrimonio de conquista colectiva de que sentirnos orgullosos, a pesar de todas las dificultades que enfrentaron, particularmente las del terrorismo etarra. A pesar también de este presidente. Aquellos líderes soportarán el peso de su legado sin duda. Éste solo confunde legado con erial. Urge votar.

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