Más de Lozanito

La gloria de san agustín

09 de diciembre 2007 - 03:08

USTEDES no se pueden ni imaginar las alegrías que me da escribir en mi Día, que no pasa de una semana que me lleve una sorpresa, y hasta dos. A mediados de la semana pasada, mismamente, iba yo andando tan tranquilo por el Realejo cuando se me acercó un hombre mayor para decirme que había leído lo que había escrito de Lozanito y me dijo que me quería contar más cosas de él.

Vamos, no es que me contara más cosas, es que el hombre, que se llama Pedro, es la enciclopedia de Lozanito, que yo creo que se acuerda de más cosas que el propio torero. Este hombre, Pedro, me llevó a su casa, cerca de la Magdalena, en la calle Muñices, y me estuvo enseñando un montón de fotografías, de carteles y de recortes de periódico en donde salía Lozanito, que anda que no tenía buena planta el gachón cuando era joven, que parecía un figurín. Tiene Pedro hasta entradas de las corridas, y un adorno de su traje de luces, de una tarde que armó un reventón en la otra plaza de toros que tuvimos, la de los Tejares. Y me estuvo hablando del torero todo el tiempo, de las orejas que cortó y hasta de la cogida que tuvo, que faltó poco para que se muriera. Pero también me contó cómo empezó en el oficio, que la historia es de la que te dejan helado, porque vaya tela la que tuvo que pasar el hombre para ser alguien. Y las cosas que tiene esta vida, ya nadie se acuerda de él.

Me contó Pedro que Lozanito se pasó como seis o siete días, de la mañana a la noche, esperando a Manolete en la puerta de la casa de su madre, para poder verlo y pedirle que le diera una oportunidad. Porque en la familia de Lozanito estaban más tiesos que la mojama, y el chaval estaba de finca en finca, saltando las vallas para poder torear una vaquilla malamente antes de que llegara el guarda de turno. Pues cuando por fin vio a Manolete, Lozanito se abalanzó sobre el coche que conducía, que a punto estuvo de atropellarlo, y se puso a torear de salón. Según Pedro, Manolete no le hizo mucho caso después del susto que se dio, y por eso Lozanito lo siguió intentando. No se le ocurrió otra cosa que saltar como espontáneo mientras toreaba Manolete en un pueblo, dos días enteros se pasó metido en el calabozo después de que lo sacara a empujones de la plaza la Guardia Civil. En fin, que le costó lo suyo a Lozanito ser alguien en ese mundo del toro que es tan complicado y extraño, por lo que me contó Pedro. Ya sólo me falta pararme un día a hablar con el torero, que seguro pasamos un buen rato y a lo mejor hasta le consigo que sonría un rato, que siempre lo veo la mar de serio.

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