Sí, ya estamos jodidos, señora Martínez Castro, los jubilados de hoy y los de mañana, gracias también a usted. ¿De quién te vas a fiar, de mí o de tus ojos? Esta magnífica afirmación de Groucho Marx parece que ha sido comprada por los dirigentes de la cosa pública en estos últimos tiempos.

Y sí, no se engañen, la realidad no es la que ven sino la que les cuentan. Lo real no es lo que se puede reproducir sino lo ya reproducido. Cuanto antes seamos conscientes de que, en el mundo posmoderno, no hay realidad, sino un simulacro de esta, una suerte de realidad virtual creada por el poder y trasmitida por los medios de comunicación, será mucho mejor.

Nuestros ojos nos dicen que estamos viendo algo que se parece, y mucho, a financiación ilegal en el Partido Popular, algo que apesta a enriquecimiento ilícito, acontecimientos que coquetean con el tráfico de influencias, informaciones reservadas usadas para debilitar a los contrincantes políticos, mensajes privados sin empatía. Pero no se engañen, es la realidad virtual, tal y como nos la contaban en la trilogía Matrix. En el mundo matrix, denunciar la corrupción, la falta de democracia real, la falta de responsabilidad pública es considerado una deslealtad con el sistema. Este delito de antipatriotismo está penado con una larga condena al ostracismo. La verdad es que son conspiraciones judeo-masónicas inspiradas a la luz de la terrible y demoledora socialdemocracia, que animó a todos los ciudadanos a vivir por encima de sus posibilidades generando un colapso económico.

Con esta falta de consonancia entre lo que nuestros ojos ven y lo que nos dicen que debemos. Entre una miserable subida de las pensiones y un clarísimo "que se jodan" de la Secretaria de Estado de Comunicación parece que lo único que nos queda es dar manotazos en la oscuridad. También hay una realidad virtual en relación con el lugar que ocupa el poder y el lejano espacio donde mora el gobierno. En el siglo de la comunicación, los susurros marcan la diferencia.

Gilian Tett decía, en su Ocultos a plena vista, que hay aspectos de la vida diaria que habitualmente se ignoran o se omiten. Estos valores y conceptos, que casi mueren por obvios, son los que hoy en día resultan vitales para levantarse cada mañana: creer lo que vemos, lo que tocamos, lo que olemos, lo que sentimos incluso lo que intuimos, dejando los actos de fe para quien quiera vivir en la realidad virtual del mundo matrix.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios