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Ya conocen la polémica del pin parental: la negativa de padres a que sus hijos asistan a actividades complementarias fuera del currículo formal cuando consideren que sus contenidos puedan ser “intrusivos” para la “conciencia” de los menores, vulnerando el derecho a educar a sus hijos de acuerdo con sus creencias o ideologías que en este caso se asocian a la derecha más reaccionaria y la religiosidad fundamentalista .
Desde el lado opuesto se va más lejos. Recientemente Andalucía Laica y una decena de asociaciones han promovido una campaña instando a no matricularse en la asignatura de Religión y pidiendo que ésta salga del currículo escolar. Lo curioso es que sus argumentos son muy parecidos a los de sus opuestos del pin parental. Según ellos “provoca la segregación del alumnado en función de las creencias de sus padres y madres, vulnerando el derecho a la libertad de conciencia”. ¿Y la enseñanza de las Matemáticas con “sentido socioemocional” o el “enfoque de género” en todas las asignaturas no lo hace? Y van mucho más lejos al condenar las creencias religiosas como atentatorias contra la razón y los derechos humanos: “Hay contenidos del adoctrinamiento y proselitismo religioso que entran en contradicción con la razón, la ciencia y con los derechos humanos, como la libertad de orientación sexual y la libertad de las mujeres, el origen de la vida y del universo, el pensamiento crítico y la autonomía personal”. Se han cargado tres mil años de pensamiento, creación y avance en derechos inspirados por Atenas, Roma y el judeocristianismo, reduciendo a todos los creyentes al estereotipo de los integristas del cinturón bíblico estadounidense.
Asombrosa, grosera e ignorante intolerancia en quienes se dicen defensores de la razón. En La idea de Europa escribió George Steiner: “La idea y la sustancia de Europa tiene su origen en una primordial dualidad: la doble herencia de Atenas y Jerusalén. Esta relación, a la vez conflictiva y sincrética, ha tenido parte en la discusión teológica, filosófica y política desde los Padres de la Iglesia hasta Lev Chestov, desde Pascal hasta Leo Strauss. Ser europeo es tratar de negociar, moralmente, intelectualmente y existencialmente los ideales y aseveraciones rivales, la praxis de la ciudad de Sócrates y de la de Isaías”. Estos tipos están más por el integrismo laicista y la censura que por esa “negociación” moral, intelectual y existencial.
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