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Desde el martes, parece que ha ocurrido una gran catástrofe en este país. Incluso se habla menos de Pedro Sánchez y los sediciosos. Algunos lo han calificado como hecatombe. Señores, no es para tanto. Según el diccionario, hecatombe es "un sacrificio religioso solemne con gran número de víctimas". También se define como "suceso trágico en el que se produce una gran destrucción y muchas desgracias humanas y materiales". Que España no gane el Mundial es lo normal. Sólo ha ganado el de 2010, en toda la historia del fútbol. Con mejor palmarés, Italia no se clasificó para Qatar 2022, y Alemania fue eliminada en la fase de grupos. Y Portugal apeada ayer por Marruecos.
La prensa deportiva madridista pedía la cabeza de Luis Enrique desde que llegó a la selección. Ya se las tuvieron fuertes con Javier Clemente. Después con Luis Aragonés, que empezó a ganar títulos cuando dejó fuera a Raúl. Sólo existió un oasis con Vicente del Bosque, que procedía del Real Madrid. A Luis Enrique le han criticado que la base de la selección la formen jugadores del Barcelona. Igual hizo el madridista Del Bosque cuando ganaron el Mundial. La diferencia es que Xavi e Iniesta eran dos futbolistas maduros y que Pedri y Gavi son dos promesas todavía, que Busquets tenía doce años menos, que los centrales eran el mejor Puyol y el mejor Piqué. También jugaban Casillas de portero y Sergio Ramos de lateral derecho. Era una selección mejor. Y ganó por penaltis en cuartos y no se paseó.
Para ganar torneos de eliminatorias hay que tener suerte. No es lo mismo si el chut de Sarabia, en el minuto 120, da en el poste o es gol. Sería otra historia. El periodismo madridista debe entender que el Real Madrid del italiano Ancelotti no puede ser la base de España, porque su equipo titular está formado por Courtois; Carvajal, Rüdiger, Militao, Alaba; Tchouameni, Kroos, Modric; Valverde o Rodrygo, Benzema y Vinicius. Sólo hay un español. Luis Enrique seleccionó a Carvajal, que cantó ante Alemania, y Asensio, suplente en su club.
Algunos estaban deseando que España fracasara para cargarse a Luis Enrique. El entrenador se vino arriba con el 7-0 a Costa Rica, y se puso a chulear. Se convirtió en el amo de las redes. Después se equivocó en alineaciones y en estrategia, y estropeó su trabajo. Si posees el balón, no te ataca el rival; pero hay que moverlo rápido, con recursos para marcar goles, y con futbolistas de otros perfiles que dejó fuera. A chulo no le ha ganado nadie, y ahora se ceban en su funeral. Pero no exageren: es la misma historia de todos los mundiales, menos uno.
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