El mundo de ayer
Rafael Castaño
Formas de decir adiós
Quizás
Sospecho que la mayoría de ex alumnos de la Universidad jesuítica de Deusto, muchos de los cuales se encuentran al frente de las empresas que lideran la industria del País Vasco, se encuentran ideológicamente más cerca de las ideas que sobre economía tienen en el Partido Popular, que de las que defienden Sumar o Bildu. Intuyo que las cúpulas directivas de Petronor, el BBVA, Iberdrola, Vocento o Kutxabank, se encontrarán incómodas al ver cómo el partido que gestiona Euskadi, el PNV, comparte y pacta con quienes se muestran antieuropeos y defensores de la izquierda radical sudamericana. Porque una cosa es ir con el Partido Socialista y otra hacerlo con Otegui, quien hasta hace unos días defendía a los gánsteres que pretendían asesinarles.
Estoy convencido de que a los habitantes del centro de San Sebastián, a los que viven en Getxo o Abando en Bilbao, a los que pasean por la Plaza de la Virgen Blanca o junto a la Catedral de María Inmaculada en la modélica Vitoria-Gasteiz, a los empresarios de Éibar que exportan a todo el mundo, a los emprendedores de Zamudio cuyas fábricas visita Bien, a los viticultores de la Rioja alavesa o a los miles de votantes de clase media y convicciones democratacristianas con acento socialdemócrata en lo social que han dado la mayoría para dirigir el país al PNV, el discurso y la práctica de Feijóo o Borja Semper les resulta más cercano aquello con lo que se sienten cómodos, que la demagogia barata e insustancial de Otegui o Irene Montero. Entonces, ¿por qué el PNV pacta con Bildu y Sumar y no con el PP? Por dos razones, porque el PP se ha dejado llevar de la mano del discurso reaccionario de Vox y porque ha roto los puentes con quienes comparten una visión de la vida, pero no la de la nación. Así el PP se ha quedado aislado entre quienes les consideran demasiado blandos y quienes les identifican con la extrema derecha, y alejados del centro que pretenden ofrecer como lugar de encuentro de las clases medias sean estas vascas, catalanas o madrileñas. Porque la mayoría social española comparte entre el PP, PSOE, PNV o Junts, un mismo ideario vital. Es lo “nacional” en lo que discrepan. Un alejamiento del PP respecto a Vox, acompañado de un acercamiento a la evidente plurinacionalidad de nuestra sociedad, centraría al partido y le llevaría a gobernar un país más parecido a la realidad que a los eslóganes de los radicalismos. Pero claro, de hacerlo, enseguida saltarán los adjetivos referidos a los “maricomplejines” y toda esa verborrea de los vividores que han hecho de los enfrentamientos su modo de vivir.
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