Costó trabajo doblegar a Escocia y hasta llegó a helársenos la sangre cuando el crono marcaba la hora de partido. Afortunadamente el VAR entró y el cuerpo se nos puso en hora. El gol de ese particularísimo verdugo que ya nos fastidió la cita de Hampden Park y que atiende por Scott McTominay fue chequeado y para bien nuestro anulado. El resto lo harían Morata de cabeza a sensacional centro de Navas y Sancet con ayuda exógena.

Fiando todo el juego exterior a la verticalidad de Carvajal y de Balde, el equipo español creaba pocas situaciones de superioridad manifiesta ante un rival rocoso y que apostaba abiertamente por las tablas. Claro que todo pudo haber sido mucho mejor si Ferrán acierta en el primer lance del partido, justamente en el minuto primero. Pero ni Ferrán ni Oyarzábal abrían suficientemente el campo en busca de que la nutrida defensa británica se desnudase por algún sitio.

Había una superioridad manifiesta en los tiempos de posesión, pero eso no era suficiente. Tampoco acompañó la fortuna en un tiro de Merino al poste, pero se veía claramente que se necesitaba algo, o mucho, más para doblegar a Escocia, con lo que a la terminación de la primera parte surgían demasiadas dudas. Era necesario ganar y De la Fuente debía optar por otras teclas, sobre todo por las que aportasen ese desborde que ayudase a horadar la zaga escocesa.

En el descanso, De la Fuente cambia todo el costado de babor con dos debutantes y uno de ellos, Bryan, deja su tarjeta de visita no más empezar. Luego, poco más, más cambios, el susodicho gol escocés que invalidó el VAR y la jugada clave del partido. Una asistencia made in Navas la materializa Morata y la noche se arregla. Ya dependemos de nosotros mismos para ser líderes del grupo y el domingo nos espera el temible Haaland junto a los fiordos. ¿Quién dijo miedo?