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El cronista ideal de la España actual sería Parada. No el Manuel Parada que compuso la música de Raza y la de la cabecera del Nodo, porque Franco murió hace 49 años, el franquismo se extinguió en 1978 y sus restillos, por mucho que el terrorismo vasco los aventara matando más que nunca entre 1978 y 1983 para derribar la recién nacida democracia, dejaron de ser un problema el 23-F del 81, por mucho que se empeñe Sánchez en agitar el coco franquista para identificarlo con el PP, contando con la inapreciable ayuda de Vox.
No, el cronista ideal de la España de Sánchez sería el José Manuel Parada que creó, dirigió y presentó Cine de barrio. Mucho de Berlanga y sobre todo de Buñuel tiene el grotesco follón del falso obispo, Duque Imperial y Príncipe Elector del Sacro Imperio Romano Germánico, y mucho del convento del Almodóvar de Entre tinieblas, con su sor Perdición, sor Rata de Callejón y sor Víbora, tienen las clarisas abducidas por el fantoche. El melodrama de Sánchez retirándose cinco días, abrumado por los bulos disparados por la máquina del fango contra su esposa, para decidir si vale la pena seguir al precio de tanto sufrimiento, nos conduciría al terreno mucho más de José Manuel Parada de ¿Dónde vas Alfonso XII? y sobre todo de ¿Dónde vas, triste de ti?, con Sánchez en plan Vicente Parra.
Otro registro cinematográfico es el de la bronca con Argentina tras las groserías vertidas por Milei sobre la esposa del presidente. La sobreactuación electoralista tras tan condenables palabras (no peores que las que otros mandatarios latinoamericanos han dirigido a otros presidentes del Gobierno y al Rey) se ha llevado al límite de retirar “definitivamente” a la embajadora en Buenos Aires, una radical medida raramente adoptada. Se hizo con Venezuela en 2016 cuando Maduro llamó “racista, basura corrupta y basura colonialista” a Rajoy y en 2020, tras las elecciones trucadas y la persecución del opositor Leopoldo López o con Guatemala en 1980 tras el asalto a la embajada española que provocó 39 víctimas.
Este sobreactuar sacando pecho electoralista en la campaña de las europeas –otro regalito de Vox al PSOE– nos llevaría a Arturo Fernández –“¡chatina!”– como caballero español y a los tranvías en los que el novio o el marido se enfrentaba a un sinvergüenza con las manos ligeras en defensa de su señora. La España de Sánchez y Compañía es de cine… De barrio.
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