Cambio de sentido
Carmen Camacho
Se buscan vencedores
Alto y claro
Austed le toca votar hoy tras dos semanas de campaña en la que habrá oído todo sobre la presencia de candidatos de Bildu, habrá leído hasta la saciedad si somos un país racista o dejamos de serlo a cuenta de los insultos a Vinícius en Valencia. Incluso se habrá enterado de que por Melilla y por Almería ha habido listos que han intentado comprar votos por correo para asegurarse un puesto desde el que dentro de cuatro años volver a comprar votos por correo. Pero usted es un analista fino y un profundo conocedor de la política local si hoy se acerca a su colegio electoral teniendo meridianamente claras las diferencias entre la Sevilla, la Almería o la Antequera que les proponen el candidato del PP y el del PSOE. Quizás en localidades pequeñas donde todos o casi todos se conocen sea más fácil esa distinción. En esos casos la personalidad del candidato puede sobreponerse al ruido que llega desde fuera, pero en las grandes aglomeraciones urbanas eso se antoja un empeño muy difícil.
La política española ha decidido estar siempre en campaña electoral, aunque los ciudadanos vayan a otra cosa y cada vez le hagan menos caso. La que acaba de terminar ha tenido dos protagonistas: Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo, que se han encargado de oscurecer todo lo demás. El primero ha convertido el Consejo de Ministros en su oficina electoral –la suya, no la de su partido– y el segundo ha jugado a considerar las elecciones de hoy como las primarias que lo impulsen en su camino hacia la Moncloa. En Andalucía habría que meter a un tercero en liza: Juanma Moreno se ha hecho omnipresente como si temiera que las elecciones de hoy no revaliden su apoteósico triunfo de hace casi un año. En esta situación parecen confluir dos factores. Y ambos son preocupantes. El primero es el afán expansivo de la política nacional dispuesta a ocuparlo todo con debates tontorrones que pierden sentido más allá de la M-30 pero que se mantienen durante días animados por unos medios que también han perdido la perspectiva nacional. El otro es la falta de confianza de las direcciones nacionales o regionales –en el caso andaluz especialmente visible en el PP– en sus propios candidatos. En estas elecciones han sido poco menos que la comparsa de los dirigentes que venían de fuera.
Por todo ello no va a extrañar en absoluto que los resultados que se conocerán esta noche se lean en clave nacional. Aunque el que se vaya a encargar de la limpieza de su calle o del transporte público de su ciudad sea ese candidato al que no han dejado explicarse o que no ha tenido la habilidad de hacerse oír.
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