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LAS EMPINADAS CUESTAS
ESCRIBÍ hace años: "Estudié en colegios de pago, muy convencionales, propios de la época y de la situación social de mi familia. Terminé harta de monjas y de la educación que me inculcaron". Eran, claro, colegios sólo de niñas, en el que también estaban las clases de las "gratuitas", otras niñas que asistían al mismo colegio, pero que entraban por puertas distintas; sabíamos que existían, pero jamás nos cruzábamos con ellas; cuando más tarde lo contaba a mis hija/o creían que eran inventos míos; nunca fueron a un colegio que segregara ni ahora mis nietos/a tampoco; la educación conjunta ha sido una de las mayores conquistas alcanzadas en este país, equiparable a la consecución de la democracia, sin ésta seguiríamos con educación separada por clase social y sexo; la coeducación, los libros no sexistas, la igualdad en la escuela, han sido siempre el primer objetivo, sobre todo de las mujeres, las principales víctimas históricas de la segregación educativa.
La historia de la humanidad ha sido la de una larga búsqueda de la libertad y la igualdad; también de la solidaridad. La educación segregada es discriminatoria; la Constitución en su artículo 1 dice que "España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político"; magnífica declaración que dice lo que somos y que nunca deberíamos olvidar; el resto del articulado no se puede entender sin él.
El principio de igualdad es un principio de no discriminación; la enumeración contenida en el artículo 14 no es cerrada, pero sí prohíbe la discriminación con independencia del motivo en que se base. El TC ha abordado, en múltiples ocasiones, asuntos relativos a la inconstitucionalidad de propuestas discriminatorias resolviendo que no se puede sufrir discriminación "sean cuales sean las circunstancias personales alegadas".
La educación no igualitaria ha afectado, sobre todo, a la vida de las mujeres y ha sido causa de que éstas hayan tenido una posición social subordinada; decir que los padres tienen derecho a decidir la educación pública que quieren para sus hijos es un pretexto; hay cosas que no se pueden elegir, como no se puede afirmar que, aunque separados, estudian lo mismo; también les pasaba eso a los negros cuando la segregación racial: podían ir en el mismo autobús, a los mismos lugares, pero sólo en la parte trasera del mismo. No se puede aprovechar la crisis para cambiar el modelo constitucional que nos ha permitido disfrutar del periodo democrático más largo de nuestra historia y acabar con los derechos conquistados.
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