Alto y claro
José Antonio Carrizosa
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Notas al margen
La capacidad de Sánchez para interpretar este nuevo tiempo no tiene parangón. Tras observar las redes sociales, sus asesores le informan a diario de los asuntos que marcan tendencia. Y consciente de que la política interesa poco a esta sociedad de consumo y de que casi no nos da la vida para reflexionar al final de cada día, el líder del PSOE ni se inmuta faltando a su palabra cada dos por tres. Resulta estremecedor, pero son tantas las sacudidas, que estamos inmunizados. Sin tiempo para asimilar los indultos, ha impulsado la amnistía impuesta por Junts sin renunciar a nada y lo próximo será el referéndum. Lo más sangrante es que quieran convencernos de que es lo mejor que nos podía suceder.
Sólo ha faltado colgarle una medalla a Puigdemont y darle las gracias por aceptar el traje a medida que le encargó el Ejecutivo, saltándose el Código Penal: ‘Disculpa que te perdonemos, Carles: ¿Podemos borrar tus delitos?’. La nueva ley, como dice Félix Bolaños, es un “referente mundial”, pero no porque los catalanes se hayan reconciliado por ensalmo. Pasará a la posteridad por doblegar la voluntad de este país, obligando a la Justicia a quitarse la venda de los ojos para dejar de juzgar a todos por igual. Todo por siete votos. Algo raro deben echarle al agua de la sede socialista cuando todo un ministro de la Presidencia, tras ceder al chantaje, concluye pletórico su genuflexión felicitándose a sí mismo tras el acuerdo. Al menos no le dio por aplaudirse, aunque nos recordara a Míchel y su “¡me lo merezco!”, tras marcar a Corea en 1990. Desde que Leire Pajín, una de las mujeres fuertes del PSOE de Zapatero, pasara a la eternidad de la memoria colectiva tras señalar que “el próximo acontecimiento histórico en el planeta será la coincidencia de las presidencias de Zapatero y Obama”, no se recuerda una comparecencia más surrealista.
El estrés que impone esta era digital con la ayuda de las redes sociales tiene a la sociedad tan narcotizada, que por lo general nos cuesta concentrarnos en lo que sea, y no tenemos tiempo ni para ver una buena película. De analizar la rabiosa actualidad con calma, ni hablamos. Y como Sánchez lo sabe, su núcleo duro se dedica a alimentar el sectarismo para calentar el debate vaciándolo de contenido. La polarización le resulta más rentable que la apelación a la razón. Y cuando tratamos de digerir las dos tazas diarias del caso Koldo, qué mejor que apoyar una amnistía a la carta para atragantar a los electores. Puigdemont ha vuelto a escena en el mejor momento para el PSOE, justo cuando empezábamos a conocer las andanzas del ex asesor de Ábalos, que ha dejado en pañales al Pequeño Nicolás. Quienes piensen que Sánchez atraviesa por su peor momento, que no olviden el varapalo que sufrió el 28-M y cómo remontó el vuelo sin rendir cuentas tras la debacle. Fijo que ya está preparando su siguiente salto mortal hacia delante.
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