Alto y claro
José Antonio Carrizosa
¿Conspiración?
La esquina
La polarización extrema de la política española y el sectarismo inacabable de quienes la dirigen aseguran que las comisiones de investigación creadas en el Congreso de los Diputados y en el Senado serán perfectamente inútiles. Un teatro más para degradar la vida parlamentaria y seguir deteriorando el sistema democrático.
Ninguno de los dos órganos supremos de representación de los ciudadanos –que delegan en ellos, por así decirlo, el ejercicio de la soberanía nacional– cumple sus funciones en el momento presente. El Congreso, con su mayoría contradictoria y cogida con pinzas, no es capaz ni de aprobar los Presupuestos del Estado ni de sacar adelante las leyes más importantes. Ni siquiera puede controlar la acción de Gobierno, que manda por decreto y no contesta nunca a lo que le pregunta la oposición, sino que le pide cuentas a ésta. El Senado, con mayoría absoluta del PP, se dedica a torpedear y retrasar lo que aprueba el Congreso.
En este contexto, el Senado crea una comisión investigadora del caso Koldo y el Congreso replica con una comisión investigadora sobre la compra de mascarillas en todas partes durante la pandemia. Con la primera el PP pretende llevarse por delante a la presidenta del Congreso y a varios ministros y manchar a la esposa de Pedro Sánchez (o sea, a él). Con la segunda el PSOE y sus socios intentan salpicar a la presidenta de la Comunidad de Madrid –ya afectada por el fraude fiscal de su novio– y a algún que otro dirigente popular que hiciera algo durante el coronavirus.
Ninguna de las dos comisiones va a investigar nada. Ni una ni otra están interesadas en conocer la verdad sobre corrupción o irregularidades. Sus dictámenes se pueden escribir ya: el de la comisión del Congreso encontrará, por mayoría, que algunos hombres y mujeres del PP son responsables políticos de acciones ilícitas cometidas durante sus mandatos, incluso de delitos; el de la comisión del Senado dirá, por mayoría absoluta, que hombres y mujeres del PSOE los cometieron. Las comparecencias de unos y otros servirán para el intercambio de insultos, injurias y descalificaciones, y poco más. Ajustes de cuentas.
Se busca deslegitimar al adversario, ya prácticamente convertido en enemigo a destruir por el bien de la democracia. Los corruptos son siempre los otros. Pedro Sánchez llegó al cargo prometiendo levantar un muro y Núñez Feijóo ha levantado otro. Así no hay manera.
También te puede interesar
Alto y claro
José Antonio Carrizosa
¿Conspiración?
La ciudad y los días
Carlos Colón
Madriguera, homenaje y recuerdo
Crónicas levantiscas
Juan M. Marqués Perales
El ocaso de Pedro Sánchez
Envío
Rafael Sánchez Saus
Dos canalladas
Lo último