Tinta y borrones

Ciudad acogedora

El problema requiere una solución integral pero no debe haber dudas en la respuesta humanitaria

Llegan después de una travesía por el Estrecho a vida o muerte y, lo que antes se quedaba en la costa andaluza, ahora se ha convertido también en una realidad que afecta a Córdoba. Desde hace unos meses la ciudad está acogiendo a centenares de migrantes que apenas permanecen aquí unas horas para seguir de nuevo con su largo camino. Nunca antes habíamos visto polideportivos habilitados para atender a estas personas, lo que da buena muestra de la situación de emergencia por la que atraviesa España y, sobre todo, la costa gaditana. Es cierto que allí conocen este problema demasiado bien y quizá poco se había puesto el foco mediático en esta zona. Será, como ayer reflexionaba un compañero, por ese eterno complejo del andaluz y se preguntaba que si estas pateras llegaran a Barcelona o Valencia la situación sería distinta. No hay más que ver la expectación que generó la llegada del Aquaruis. En ese momento fue cuando Cádiz empezó a decir: aquí estamos nosotros con un Aquarius cada día. Y la vista, afortunadamente, se ha dirigido al Estrecho donde urge una solución buscada desde la colaboración, no desde el enfrentamiento.

Llegan sin nada más en los bolsillos que un móvil, su bien más preciado, que le sirve para ponerse en contacto con sus familiares aquí en España para saber hacia donde se tienen que dirigir. Buscan una red wifi para buscar alguien al otro lado. Un amigo, un primo, un padre. Le piden el teléfono a periodistas, a las decenas de cordobeses generosos que acuden hasta allí para ofrecer lo que tienen. Porque en estos casos, una vez más, sale lo mejor de las personas y Córdoba siempre ha sido ciudad acogedora.

Pero también sale lo peor: los reproches y el rechazo a un grupo de personas que está en esa situación simplemente por haber nacido un en lugar determinado. Y parece que se olvida que España fue un país de emigrantes, pero que lo sigue siendo, porque hay miles de españoles, la mayoría jóvenes, que no han tenido más remedio que poner rumbo fuera de sus fronteras para buscar un futuro mejor. Se pueden buscar los matices que se quiera pero la situación es la misma.

Es cierto que este problema requiere de una solución en la que se impliquen todas las administraciones y que llega hasta la Unión Europea, pero no debe haber dudas en cuanto a una respuesta humanitaria.

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