Tomates y calabazas

Lourdes Chaparro

lchaparro@eldiadecordoba.com

Cierre de aulas

Cuando un colegio tiene que cerrar un aula se aumenta la desigualdad entre las familias

Recuerdo todavía cómo hace muchos años la ahora concejala del PP de Transformación Digital, Lourdes Morales, puso en marcha la plataforma Hermano Ven a mi Cole para conseguir algo tan básico como que sus hijos pudieran ir al mismo colegio. Hace unos años tener a tu hermano en el colegio no suponía un requisito importante a la hora de conseguir plaza en el mismo centro y, por ello, muchas familias tenían que hacer malabares para poder dejar a sus retoños en dos centros separados a la misma hora. Lourdes Morales llegó hasta escribir al entonces presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, y participó en un programa matinal de TVE para mostrar esta injusticia. Al final, estas cinco madres de Hermano Ven a mi Cole consiguieron que la Consejería de Educación cambiara el decreto de escolarización con sus denuncias y manifestaciones. Aquello fue en 2009 y, desde entonces, la lucha de las familias en Córdoba por la educación pública -que es básica y esencial- ha continuado con resultados desiguales.

Su lucha ahora está justificada para rechazar el cierre de aulas y, por eso, han vuelto a salir a la calle en pleno estío con la esperanza de que esas unidades sigan abiertas dentro de un par de meses. Una situación que no viene de lejos, sino que es una constante en los últimos años y que para las familias resulta incomprensible, más aún después de la crisis del coronavirus y las medidas de seguridad que se tienen que cumplir para evitar contagios parece que no se van a llevar a cabo en las aulas. Cerrar aulas en cualquier colegio sin una justificación clara y explícita -la excusa de la bajada de la natalidad ya no cuela- cuando existe la obligatoriedad de mantener la distancia de seguridad entre pupitre y pupitre no resulta admisible. Existen opciones, existen fórmulas para evitarlo -como la tan ansiada reducción del número de alumnos por aula-, pero lo más fácil es cerrar a cal y canto y eso que me llevo y me ahorro. Cuando un colegio cierra un aula, se aumenta la desigualdad entre las familias.

Con estas movilizaciones, las familias están poniendo de manifiesto de nuevo una realidad en las aulas que, lejos de solucionarse, se tapa. Si hace más de una década un grupo de madres consiguió evidenciar una necesidad tan clara, ahora no estaría de más que estas familias que salen a la calle, al menos, recibieran una explicación convincente y justificada, aunque lo más correcto sería que las aulas no se tuvieran que cerrar, lo mismo que después del viernes llega el sábado.

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