La economía se mueve, pero conviene ser cautelosos, máxime en el caso de los políticos, tan dados ellos al ditirambo. Digo esto, tanto el primer aserto como el segundo, después de conocer el proyecto de turismo y ocio que la compañía alemana Erlebnis Akademie AG (EAK) presentó ayer en el Palacio de la Merced. La iniciativa, con un coste de seis millones de euros autofinanciados por la firma, propone la construcción de un sendero elevado y de un plataforma de avistamiento situada a 35 metros de altura en la zona de Fuente Agria, en el término de Villafranca, lo que permitiría al visitante contemplar una estampa tremenda de nuestra hermosa Sierra Morena. Viene acompañada además la idea de un respaldo indudable. De un lado, que la compañía es alemana, y eso aporta fiabilidad, llámenlo prejuicio o llámenlo como quieran. Pero también influye el hecho de que ya cuentan con cinco instalaciones de este tipo en sus país de origen. Son razones suficientes para que la Junta haya decidido apostar fuerte por el proyecto, que supondrá 30 puestos de trabajo directos y seguro que no pocos indirectos en una zona de Córdoba que ha sufrido con dureza la crisis. Muestra de esta confianza es que la presentación de ayer se celebrase en La Merced, con la presencia de la delegada del Gobierno, Rafaela Crespín, y del presidente de la Diputación, Antonio Ruiz. Ambos aparecen en las fotos felices y sonrientes, y se entiende. Pero a mí me dio por pensar sino no será un poco pronto para esto, pues el proyecto aún está en pañales y sin que se sepa si tendrá mucha contestación, por ejemplo, por parte de los ecologistas, que esperemos que no... Vienen al recuerdo en estos casos las muchas motos que se vendieron en la década pasada, antes de la recesión, por toda la geografía cordobesa, mucha de ellas loquísimas y luego abortadas -el aeropuerto estatal incluido a modo de símbolo-. Esa experiencia debería hacer aprender a nuestros políticos que para hacerse la foto bonita y cuqui en la presentación de algo hay que trabajar mucho antes y evitar así las falsas expectativas, que tanto debilitan a las instituciones. De algo deberíamos servirnos la puñetera crisis que nos hemos comido. Al menos para aprender a ser cautelosos y a huir del postuero anticipado.