Carlos Colón

Calzoncillos y ‘talk show’ presidenciales

La ciudad y los días

Lo más duro del 23-J no será el calor, las vacaciones o el puente de Santiago, sino la tropa entre la que hay que elegir

23 de junio 2023 - 00:00

Sánchez se ha montado su propio NoDo y Aló Presidente, dos en uno, para entrevistar en un plató montado en la Moncloa a sus ministros y afectos ante un selecto público del sanchezsoe, la caricatura en la que ha convertido a un partido más que centenario y esencial para la gobernabilidad de España, cuya única esperanza de renovación es que tras el 23-J no pueda formar gobierno y se repita el 1 de octubre de 2016. Cuando oí lo de tele-Moncloa o tele-Sánchez creí que era una malintencionada fake new para tomarle el pelo a este hombre tan ávido de cámaras como receloso de comparecencias con preguntas de periodistas. Pero resultó que era cierto, por muy increíble que pareciera. Si Oscar Wilde dijo que “la vida imita al arte”, con Sánchez la realidad imita a las fake news.

Al fin y al cabo, este es el presidente del Gobierno de España al que un entrevistador sastre, cortador de trajes-preguntas a su medida, le pregunta: “Diga, presidente: ¿utiliza usted bóxer o slip, o tal vez tanga?”. A lo que él, tan natural y desenfadado, tan cómodo al constatar lo bien que le estaban cortando la entrevista, tras soltar una carcajada, le contesta: “Anda que si te digo que no llevo nada de eso…”. Y el público estalla en risas y aplausos. Todo dentro de la atmósfera amiga de un programa de humor y actualidad dirigido por un presentador crítico y cáustico que cuando se trata de los que considera suyos echa azúcar para restarle acidez. Lo de los calzoncillos o el free willy del presidente es una broma de peor o mejor gusto y más o menos machista (porque el presentador atribuye la pregunta a una colaboradora) en un programa de humor político. Lo de tele-Sánchez es más serio.

Mientras tanto el otro partido esencial para la gobernabilidad de España ha demostrado una bisoñez bochornosa y una falta de coherencia preocupante al evidenciarse que no tiene planificada una estrategia única para sus pactos con Vox. Porque quien dice “yo no puedo dejar entrar en el Gobierno a quienes niegan la violencia machista, a quienes deshumanizan inmigrantes y quienes ponen una lona y tiran a una papelera la bandera LGTBI” está descalificando, y muy gravemente, no solo a sus compañeros de partido que sí lo hacen, sino al propio partido nacional en el caso de que lo haga.

Lo más duro del 23-J no será el calor, ni las vacaciones, ni el puente de Santiago, sino la tropa entre la que hay que elegir.

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