La esquina

José Aguilar

jaguilar@grupojoly.com

Bajarse al moro y salir escaldado

En la cumbre de Rabat ni siquiera se ha puesto fecha para abrir las aduana: las concesiones las hizo España

Recordemos: la RAN hispanomarroquí de esta semana ha salido desequilibrada. En el terreno político Marruecos ha visto confirmado su objetivo fundamental (la aceptación de su soberanía sobre el Sahara), mientras que España no ha visto reconocida su soberanía sobre Ceuta y Melilla. Lo más cercano a esta demanda ha sido una vaga promesa mutua de no insultarse ni ofenderse en lo que se refiere a ambas esferas de soberanía.

Es tan vaga que ni siquiera se acordó en la cumbre una fecha para la reapertura de la aduana de Melilla y la apertura de la de Ceuta, dos medidas que hubieran tenido un simbolismo político indudable: Marruecos reconocería implícitamente la soberanía española sobre ellas, ya que sólo se levantan fronteras y aduanas entre países distintos. Únicamente se hizo alusión a la prueba piloto hecha el 27 de enero en ambas zonas fronterizas y su próxima continuación. Pedro Sánchez se mostró muy satisfecho de esta expedición comercial integrada por dos furgonetas de mercancías. Pero fecha de apertura no hay.

Hubo otras concesiones políticas por parte española, como la inclusión en el documento final de la cumbre de un punto referido a los derechos humanos, en cuya protección y garantía aseguran estar comprometidas las dos naciones. Bueno, una más que otra. El compromiso de Mohamed VI con los derechos humanos es cuando menos dudoso. El Parlamento Europeo acaba de cuestionarlo en materia de libertad de expresión.

Esto se lo debería haber ahorrado el presidente del Gobierno de España. No creo que haya hecho el ridículo ni traicionado los intereses de España, como se ha apresurado a denunciar el PP, pero ha sido excesivamente obsequioso con su interlocutor material (el de verdad estaba ausente). El interlocutor se las trae, representa a un vecino molesto con el que, no obstante, importa mucho llevarse bien, que manifiesta pocos escrúpulos en la relación con otros y propende al chantaje cuando lo necesita (no hay más que considerar cómo fluctúa su control de la inmigración irregular o la cooperación antiterrorista).

A Sánchez le está pasando con él como con los secesionistas catalanes: anhela domesticarlos y llevarlos al buen camino, pero a veces no mide bien el alcance de las concesiones que les hace. Sin dar un zapatazo de vez en cuando lo que consigue es que se crezcan y siempre pidan más.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios