Ignacio / Martínez

Apóstoles y asesinos

El balcón

10 de abril 2016 - 01:00

MIENTRAS la pequeña España del poder se mira el ombligo y culpa al vecino de la repetición de elecciones, acaba de publicarse un libro que retrata un periodo negro de nuestra historia. El escritor Antonio Soler dedica su decimosegunda novela a Salvador Seguí, el Noi del Sucre, un anarquista heterodoxo asesinado en 1923, que evolucionó del radicalismo hacia la no violencia. Con la perspectiva de un siglo, podemos ver el origen de alguno de los pecados capitales de los españoles. Y aprender.

Además de la vida del protagonista, la novela cuenta el nacimiento de la CNT y la actuación del movimiento obrero en la primera ciudad industrial de España, Barcelona. Todo ocurre en un ambiente perfectamente identificable en las primeras décadas del siglo XX con lo que sería Chicago en los años 30: bandas de pistoleros cenetistas, del Sindicato Libre, de la patronal y de las cloacas del Estado, con asesinatos, ajustes de cuentas, provocaciones, trampas y represalias constantes.

Esta es una época poco conocida, en la que España se despeña por el tobogán de la historia, mucho antes de la II República o la Guerra Civil, que suelen ser referentes de los males nacionales. Apóstoles y asesinos [Galaxia Gutenberg, 2016] es además un ensayo histórico sobre unos años apasionantes, antes y después de la Primera Guerra Mundial. La acción principal ocurre en Barcelona, pero hay referencias a España y a Europa. Por el libro desfilan personalidades de la vida política que después tuvieron enorme protagonismo: el que será presidente de la Generalitat Lluís Companys, el que será dictador Primo de Rivera, Pablo Iglesias y otros socialistas como Besteiro, Largo Caballero o Indalecio Prieto, anarquistas como Ángel Pestaña y Durruti… Aparecen hasta Trotski o Lenin, en sus contactos en Moscú con Ángel Pestaña y Andreu Nin.

Soler ha manejado gran cantidad de documentación y en cada momento nos cuenta con detalle los nombres de los protagonistas, las fechas, los datos, los hechos. El narrador hace un ejercicio del mejor periodismo anglosajón para referirnos con precisión qué, quién, cuándo, dónde, cómo y por qué ocurren los sucesos. En ocasiones nos anuncia el destino de algún personaje en el futuro. Como el magnífico porvenir profesional del sanguinario gobernador civil Martínez Anido como ministro de Gobernación de los dictadores Primo de Rivera y Franco. Las descripciones son tan cinematográficas que a Soler le evocan a Coppola, Scorsese y los mejores gánsteres de Hollywood. Todo envuelto en su excelente literatura, directa, expresiva.

El siglo que ha pasado permite contemplar con distancia el cainismo político, el nacionalismo catalán, la violencia sindical o los crímenes de Estado de ese tiempo. En la actualidad nos quedan reflejos y hasta recaídas de aquellas dolencias. Pero España, con todos sus defectos, es hoy un país infinitamente más civilizado. El que no se consuela es porque no quiere.

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