CERCA ya de la fecha límite del 2 de mayo, han seguido esta semana socialistas, Ciudadanos y podemitas haciendo el paripé, simulando enfrentamientos, discusiones sobre programas fantasma y frenéticas negociaciones. Postureo, diría yo. Parece imponerse la idea de que es imposible el pacto y de que seremos llamados a la urnas. Ojalá. Pero no me fiaría yo mucho de las apariencias. Creo que, por desgracia para España -y a la larga también para el PSOE- Pedro Sánchez tiene más posibilidades de lo que parece de ser presidente del Gobierno. Se garantizaría su principal objetivo, ser expresidente el resto de su vida.
La historia reciente demuestra que el PSOE jamás deja pasar la oportunidad de ocupar cualquier esfera de poder. En una federación deportiva, en una asociación, en el Consejo del Poder Judicial o en un ayuntamiento. Donde sea. Nunca. El Partido Socialista, no lo olvidemos, pactó no hace mucho con los independentistas gallegos dando lugar al nefasto bipartito en Galicia. Pactó con los secesionistas catalanes el demencial tripartito encabezado por el inefable José Montilla. Permite que personajes como Kichi -que anda ahora a la caza del periodista disidente- Carmena o Colau sean alcaldes de sus ciudades para martirio de sus ciudadanos, a cambio de poder en otros ayuntamientos y comunidades autónomas. No hay que ir muy lejos. En Córdoba, el PSOE gobierna -es un decir- gracias a quienes todos sabemos. Los principios y los valores pueden aparcarse cuando de obtener o mantener el poder se trata y el PSOE ha hecho en los últimos tiempos un arte de ello. El hasta hoy principal partido en la izquierda ya no tiene sentido de Estado, pero sí gran sentido del poder.
Teniendo en cuenta estos antecedentes y que sus 40 diputados unidos a los socialistas apenas suman 130, no entiendo a Ciudadanos. ¿Qué demonios hacen negociando una investidura con Podemos? ¿Hay puntos de encuentro con ese partido? Imagino que sus votantes querrán saberlo. Sólo hay dos opciones para Rivera: ser finalmente aliado de Podemos o ser engañado. Socio de Pablo Iglesias o burlado.
Sánchez disimula pero, no lo dudo, no tendrá problema en pactar con los populistas con la abstención y el regocijo de los independentistas, que ni en sus mejores sueños llegan a imaginar un gobierno más débil para España. Espero equivocarme una vez más en mis pronósticos, pero la historia es apabullante. Preparémonos para lo peor.
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