Alto y claro
José Antonio Carrizosa
¿Merece la pena?
LA denuncia que ha realizado el presidente de Facua-Córdoba, Francisco Martínez, alrededor de la exitencia de una lista negra de clientes a los que no se les mandan los servicios que requieren de Radio Taxi si antes no abonan supuestas deudas anteriores ha provocado una reacción desmesurada del presidente del colectivo, Miguel Ruano, quien, además de acusar a la organización de consumidores de mentir, amenazó ayer abiertamente con dejar de prestar el servicio de Radio Taxi por la noche y con movilizaciones si se da un mayor "intervencionismo municipal" en su sector. Todo un reto al Ayuntamiento, el encargado de regular la labor que desempeña este colectivo.
Al margen de que los taxistas puedan tener razón cuando denuncian que pierden servicios telefónicos porque sus clientes cambian de opinión a última hora, es de todo punto rechazable y merece la mayor reprobación que un colectivo se arrogue la posibilidad de imponer condiciones en un servicio que se ofrece por concesión municipal. En lugar de optar por la estrategia de la confrontación y la descalificación de quien le critica, bien haría Ruano en escuchar las críticas que estos días realizan los usuarios de su servicio en la radio o en leer en los periódicos los numerosos casos de ciudadanos que han tenido que esperar más de media hora al coche que han pedido. Suena a reto propio del lejano oeste decir que los taxis de Córdoba son más rápidos que el servicio de ambulancias, igual que desentona escuchar que la inclusión de clientes en la susodicha lista negra sólo se realiza cuando estos cambian de opinión antes de cinco minutos -son numerosos los casos de ciudadanos que se dieron por vencidos de utilizar los taxis tras largas esperas de más de 15 ó 20 minutos.
Es cierto que la labor que realizan los taxistas es ingrata y conlleva peligros, pero eso no es razón para erigirse en defensor de un único pensamiento desde la imposición, amenazando con tomar medidas si se contradice al colectivo y denigrando a quienes, como los propios taxistas, utilizan su legítimo derecho para protestar por un servicio que se realiza mal y de manera irregular. Es hora de pedir cordura y reflexión al presidente de los taxistas.
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