TVE ya no es de España

Vamos a recuelo de lo que criticó Mariló Montero en La Revuelta. ¿Se ha convertido TVE en una cadena sectaria y partidista? Sí ¿Y cómo ha sido? Con un plan sencillísimo. Primero, perpetrando un consejo controlado por el Gobierno y sus socios, sin obstáculos parlamentarios. Segundo, dejando así manos libres al presidente, José Pablo López, para contratar lo que y a quién haga falta para propaganda de ese mismo Gobierno asediado, demonizando todo lo que sea crítica y oposición. Una televisión pública polarizada y guerracivilista sin complejos. Con el matonismo se consigue audiencia fácil. Es la fórmula de Mediaset que desde el lado del corazón y el reality le funcionó durante dos décadas. Como Sálvame no funcionó, la defensa a la Moncloa es el monotema de la parrilla de La 1 en simultáneo con La 2, como el parte de Radio Nacional.

Las tesis martillean desde primera hora con el mismo tipo de magacín: conductor afectado que entre noticias va punzando en su enfoque mientras una mayoría de contertulios afines azuzan con el cencerro ideológico (del nivel de Pablo Iglesias). Como coartada se habla del tiempo, de la Bolsa y de los resultados deportivos, datos de aritmética objetividad para retorcer el resto del relato. Para travestir a esos magacines de aparente pluralidad se coloca a algún discordante. Intxaurrondo, Jesús Ruiz, Javier Cintora, a partir de mañana Flich y Miró, dirigen el debate para cebar las críticas a la oposición, único objetivo y obsesión. TVE ya no es de España sino de unos cuantos. Una TV capitulada.