Lo enigmático nunca aburre y para divertirse con todas las letras no la hay mejor que la X, tan evocadora ella. Su origen puede ser rastreado hasta un antiguo jeroglífico egipcio, participa en la formación de palabras y da más juego que Messi: se usa en mayúscula para señalar el número diez en la numeración romana; en la disciplina matemática se emplea para referir a un elemento que permanece incógnito; también puede hacer referencia al signo por de la multiplicación... y la X también se usa para referirse a una persona cuando no se quiere (o puede) (o debe) revelar su identidad... Punto donde nos topamos con el señor X más famoso de la clase política española, un innombrable al que le está saliendo un competidor por la derecha.

La CIA tiene claro que Felipe González fue el famoso "señor X" de los GAL, la trama parapolicial que practicó la guerra sucia contra ETA entre 1983 y 1987. Más de 30 actos terroristas, con un vergonzoso secuestro de por medio de un anciano ajeno a la cosa, Segundo Marey, por los que fueron condenados ministros del Interior (José Barrionuevo y José Corcuera), y un secretario de Estado (Rafael Vera), amén de otros dirigentes de menor rango y jefazos de la Guardia Civil como Enrique Rodríguez Galindo.

La marea judicial anegó a la cúpula del Ministerio de Interior, de donde también se afanaron fondos reservados para la faena del ojo por ojo, pero el entonces presidente del Gobierno salió de rositas del trance proclamando, como le dijo a Iñaki Gabilondo, que "ni hay pruebas ni las habrá nunca".

El dique que encarnó con los GAL José Barrionuevo se visualiza ahora en Jorge Fernández Díaz, el ministro beato que condecoraba a la Virgen y sospechoso de dirigir la policía patriótica, un siniestro contubernio para perseguir a rivales del PP.

A nadie le cabe en la cabeza que Barrionuevo y Vera dirigieran la guerra sucia contra ETA sin la connivencia de Felipe González. Ahora se investiga otra operación de Interior pagada también con fondos reservados para espiar al ex tesorero Luis Bárcenas y robarle información sensible que pudiera perjudicar a altos cargos del partido. La marea judicial ya alcanza a la secretaria general del PP. ¿Habemus otro señor X?

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