Análisis

Ángel Vázquez

¡Qué peluca, ni qué peluca!

Mi tío Pepe usaba peluca. O peluquín, que nunca supe qué era aquello que se pegaba en la cabeza con cinta de doble cara, tras peinarlo con parsimonia sobre un busto de corcho blanco. La usaba a casi todas horas y en todos lados. Si yo iba con un amigo a su casa y aparecía de repente sin ella, mi colega no le reconocía y yo le troleaba diciéndole que era su hermano mayor que estaba de visita.

Y se lo creía. Un día cortó por lo sano y se rapó al cero. Mi tío, no mi colega. Es para mí un misterio indescifrable saber qué pasó con aquel manojo de pelos. Pero, como lágrimas en la lluvia… se fueron de mi vida para siempre.

Europe también se pasaron un día la maquinilla. Habían arrasado con un engendro que todos llamábamos tiroriro y que dice la melona que usaban en la discoteca a la que ella iba, para cerrar sesión todas las noches. Mejor no imaginarlo. No sé si ello suena a honor o a insulto, pero la caja de autores sonaba a millonetis y eso lo concilia todo. Aquella pieza iba irremediablemente acompañada de rizos rubios y caras monas, prolegómenos de los actuales morritos.

El grupo sueco fue carne de carpeta adolescente, algo que a mí, oscuramente impostado, me parecía vomitivamente moña. Pero, como ocurrió con mi tío, un día hicieron las maletas hacia otra galaxia capilar y se reinventaron a pelo.

Aparecen en el Teatro de la Axerquía como fornidos chicarrones del norte, embutidos en cuero y negritud, sobrios en su puesta en escena hasta firmar ante notario que no se gastan un pimiento en efectos especiales, densos cual mercurio, cuajados de rock como esos helados de oreo, luciendo gargantas gargarizadas mediante manual, con una envoltura de guitarras celofánica y un resultado final tan elegante como para gustar incluso a quienes no fanatizan con el rock duro (yo mismo).

Mi tío sigue buscando espárragos o arreglándome el ventilador sin pelo alguno en la cabeza. Es feliz. A Europe les pasa lo mismo, incluso sonríen como diciendo "esto es lo que nos ha tocao", cuando tocan en directo The Final Countdown y la masa se desgañita vociferando tiroriro, tirorirorí, porque… ¿A quién no le gusta ponerse de vez en cuando un peluquín y echarse unas risas?

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios