El error de los contadores a cero

Acaba de empezar un nuevo ejercicio en los mercados y, para alivio de algunos inversores y gestores de fondos, y lamento de muchos otros, se pone a cero la referencia más habitual de rentabilidades. Esta costumbre generalizada puede inducir a tomar decisiones incorrectas o a malinterpretar qué están descontando las cotizaciones, y debería evitarse en la medida de lo posible.

El efecto de anclaje es uno de los sesgos cognitivos mejor estudiados por los psicólogos, y describe la tendencia a evaluar y decidir en base a una referencia reciente o muy destacada (como el precio de un artículo antes de las rebajas o, en el caso que nos ocupa, por el rendimiento en el año en curso).

Tomar decisiones sesgadas por el precio que los activos tenían al cierre del ejercicio anterior implica asumir que su valoración era la adecuada. Pero los mercados, a diferencia de lo que piensan muchos, no son organismos omniscientes que siempre tienen razón y que sitúan las cotizaciones en su nivel justo.

Al contrario, no dejan de ser zocos con multitud de actores con objetivos, restricciones, horizontes temporales e información muy distintos, en los que prevalece la psicología de masas, oscilando entre el pesimismo y el optimismo, como ahora descontando prontas y rápidas rebajas de tipos.

Por lo tanto, el débil arranque en las bolsas hay que ponerlo en el contexto de las fuertes subidas de 2023. Y que prosigan las caídas –sobre todo si repuntan las curvas de tipos– no significará que se avecina una crisis, solo una sana toma de beneficios. Va a ser un año con muchos altibajos y, con cuanta más perspectiva se analicen las cosas, mejores decisiones tomaremos.