Carmen Pérez

La debilidad alemana nos importa

Tribuna Económica

03 de noviembre 2023 - 00:00

Si atendemos a los datos de crecimiento de su PIB del último trimestre de 2022 y de los tres primeros trimestres de 2023, Alemania lleva un año bordeando la recesión técnica. Su situación contrasta con otros grandes países de la zona del euro, como, por ejemplo, España, pero el peso de su economía es tan importante que está conduciendo a que el conjunto también se pueda encaminar a una recesión. De hecho, el PIB de la zona del euro presentó una contracción del 0,1% en el tercer trimestre de 2023. Y lo peor es que la enfermedad alemana puede seguir contagiando.

¿Por qué está ocurriendo esto en Alemania? Principalmente se debe a dos causas. La primera, los precios de la energía. La economía alemana se caracteriza por la importancia de su sector industrial, en torno al 27% de su PIB, muy dependiente de la energía. Alemania no pensó que pudiera dejar de importarla a precios razonables y la invasión rusa de Ucrania ha mostrado con toda crudeza este fallo estratégico. Además, este momento tan delicado le ha cogido inmersa en una transición energética –incluso cerró sus centrales nucleares–, que ha tenido incluso que revertir: se ha echado de nuevo en brazos del carbón.

La segunda causa es China. La poderosa industria alemana está conectada con otra de sus fortalezas: su potente sector exterior. Y China es su principal socio comercial, su proveedor fundamental de suministros indispensables para la producción, y uno de los principales países que tiene Alemania para colocar sus productos. La desaceleración de la economía china tras décadas de alto crecimiento económico y su cambio de rol, que cada vez necesita menos de los productos alemanes –por ejemplo, coches– la perjudican enormemente.

Hay más causas: el retraso, aunque parezca increíble, en todas las áreas digitales; la falta de inversiones en infraestructura pública; o el envejecimiento de la población.

La cuestión es que los vínculos con Alemania del resto de países europeos son muy intensos. Las exportaciones e importaciones entre los miembros europeos y Alemania, bien directamente o indirectamente, son sumamente importantes. Así, si el motor alemán para, es cuestión de tiempo que el resto de también se afecte.

Los países que son más dependientes de los servicios, principalmente del turismo, como España, son los que están mostrando mejores datos. Se están beneficiando en gran parte del cambio en la demanda de los consumidores, que han pasado de adquirir bienes a volcarse en los servicios. Pero todos los países están acusando negativamente en sus economías el efecto de la inflación y de los altos tipos de interés, y el temor es que, además, Alemania precipite un efecto cascada negativa en el resto. A la crisis en la industria se le está sumando un progresivo deterioro del sector servicios, que era el que había venido liderando hasta ahora la recuperación tras la pandemia.

Lo positivo también es que Alemania tiene sus finanzas públicas muy saneadas, con un bajo endeudamiento, lo que les proporciona capacidad de actuación. Esperemos que la idea que tenemos formada de los políticos alemanes –que hacen las cosas bien– sea realidad, y que estén identificando las debilidades y poniendo en marcha soluciones.

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