Visto y Oído
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El fenómeno que supuso Gran Hermano hace 24 años, otro tiempo, otras forma de relación con las pantallas, trajo la escueta fórmula de que si colocamos a unos cuantos anónimos allá donde fueran a hacer o incluso a no hacer nada, surgían horas de contenido de interés. De esa oleada surgió al poco El Bus, Operación Triunfo, Confianza ciega y un poco más allá, La cocina del infierno. La gente desconocida se convertía en famosa, aunque fuera una fama provisional, con estar expuesta un poco a las cámaras. Se creó una fábrica de famosos, de tipos populares que igual podían valer para generar titulares, alimentar una tertulia, grabar un disco o que formaran parte de otro concurso, de otro reality. Fue el devenir de la televisión del entretenimiento en el siglo XXI hasta que aparecieron unas cosas llamadas redes sociales que convirtieron cada perfil en un reality particular.
Uno de aquellos programas que endosaba horas eternas en las cadenas, en este caso en la más aventajada, Telecinco, fue La casa de tu vida. Unas parejas contribuían a construir un chalet lujoso que, en otra ubicación, terminaría siendo el premio para los ganadores, seleccionados por el público. Tal como sucedió con GH, cuya primera edición ganó un gaditano, Ismael Beiro; lo de La casa terminó alzando a los más sinceros y naturales, la pareja gaditana, Juanma y David. Se convirtieron en icono LGTBI porque trasladaban a la realidad, a la vida cotidiana, lo que se seguía en la ficción, con Aquí no hay quien viva, con Mauri y Fernando. Los ganadores, supervivientes entre tanto antipático agresivo, se ganó levantar esa casa de sus sueños que terminó siendo una pesadilla. Debieron de buscar un terreno más económico en Chiclana cuando tenían pensado El Puerto, le pusieron dinero encima y lo que era un proyecto común terminó siendo un calvario que los anudaba cuando querían estar separados. El fallecimiento este jueves de Juanma García ha traído a la memoria lo que fue un reality de usar y tirar. Así fue el programa y sus participantes.
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