Álvaro Romero
Puig Brands
Tribuna Económica
Las oleadas de calor se hacen más intensas, frecuentes y largas, y en las gráficas de Copernico-ERAS el calor reciente con relación a medias de décadas anteriores, muestra un desplazamiento hacia el extremo de la curva de probabilidades: riesgo de cola le llaman los estadísticos. Las olas se extienden por casi toda la tierra, y se les ponen nombres ocurrentes como hace la iniciativa Arsht-Rock con Sevilla, siendo Xenia el de la última; y en Italia Cerbero, el monstruo que guarda las puertas del infierno. Como sus tres cabezas, el calor presenta tres dimensiones a cual más amenazante. La primera es que mata, pues al dirigirse más sangre hacia la piel se da una pérdida de oxigenación en el estómago, dificultad de eliminación de toxinas, inflamación y fallo en órganos; igual, con una reducción de riego sanguíneo, se producen los infartos; y la pérdida de fluidos y deshidratación llevan a fallo en los riñones. Las señales las conocemos: dolor de cabeza, laxitud, y la sensación de no encontrarse bien. No es sólo la temperatura, sino la forma en que se experimenta el calor, y aunque hay personas con más riesgo, puede afectar a cualquiera, joven o viejo, enfermo o sano.
La segunda, es una nueva precariedad social y la necesidad de aliviar a personas sin disponibilidad de aire o en viviendas sofocantes. Pero no se trata sólo de emergencias, sino de actuar ya en las ciudades sobre el arbolado y sombras artificiales de protección, la calidad y circulación del aire, evitar aglomeraciones, el tráfico, los efectos del propio aire acondicionado, y los pavimentos de las calles. Las comunidades autónomas, los ayuntamientos, no invierten ni actúan con una estrategia de urbanismo para hacer frente a la nueva dimensión del calor que puede llevar a incluir a una ciudad en un catálogo de ciudades inhóspitas. Y la tercera es el impacto en algunos trabajos físicos, y efectos sobre la salud mental y capacidad de las personas; hace un par de años me referí al trabajo de Claudia Narocki, de la Fundación Primero de Mayo: Los episodios de altas temperaturas como riesgo laboral: salud, seguridad, bienestar de los trabajadores y desigualdades sociales, que sigue siendo de total actualidad, y cabe añadir que estamos viendo ya pérdida de productividad y de calidad en el crecimiento, por este motivo.
En la literatura abundan escenas donde el calor es protagonista. Es conocido cuando en El extranjero de Camus el juez le dice al acusado que antes de oír al abogado le gustaría que le explicara los motivos de su crimen. “Torpemente –dice Meursault, el protagonista– y consciente de lo ridículo de mis palabras, contesté rápidamente que había sido causa del sol. En la sala hubo risas. El abogado se encogió de hombros”. Pero en una novela donde el calor está presente pese a situarse en Dublín, Benjamin Black dice: “Nunca se habían peleado antes. Quizás era consecuencia del gran calor, la presión atmosférica que producía una tensión que de alguna forma tenía que liberarse. Siempre es mejor echar la culpa al tiempo”. Desconocemos los efectos del calor extremo en nuestra vida y emociones, pero quizás sean más dañinos de lo que imaginamos, y resultaría peligroso tomarlo como una nueva normalidad, pensar que podemos adaptarnos, y banalizarlo.
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