Análisis

Fernando Faces Santelmo Business School

La bestia mutante

La bestia de la inflación está mutando. Cada vez es más compleja, persistente y peligrosa. Su origen fue un shock de oferta provocado por la pandemia y la guerra de Ucrania. Los bancos centrales consideraron ,por error, que era una inflación transitoria que iría desapareciendo a medida que el suministro de energía, los cuellos de botella , y la ruptura de las cadenas de suministro se fueran resolviendo. La infravaloración del BCE de la gravedad y durabilidad de la inflación determinó su inacción inicial y el retraso de su respuesta, que fue tardía. También tenía un componente de demanda por el ahorro forzoso y la demanda embalsada durante el confinamiento. El BCE consideró que poco podía hacer la política monetaria para resolver un shock de oferta. Para el BCE las expectativas de inflación estaban ancladas a corto y medio plazo.

La virulencia de la inflación ha sorprendido a gobiernos y bancos centrales. La inflación ha resultado ser profunda y duradera. Sin precedentes desde hace más de 40 años. Durante el año 2021 y 2022 el IPC general es el que más ha aumentado impulsado por los precios de la energía y los combustibles. Muy por encima de la inflación subyacente (excluye los precios de la energía y los alimentos frescos), que es la nuclear, la que se genera desde dentro. La evolución de la inflación subyacente es la que vigila más de cerca el BCE, ya que su incremento y permanencia tiene un gran potencial de desanclaje de las expectativas de inflación, que una vez disparadas son muy difíciles de reducir.

Pero la bestia de la inflación está mutando. El incremento de los costes energéticos, de materias primas, de transporte y de combustibles se ha filtrado a los precios de toda la cesta de la compra de bienes y de servicios. La inflación se ha propagado por toda la economía a gran velocidad. En España, a finales de 2022, la inflación subyacente comenzó a crecer a mayor velocidad que el IPC general. En febrero de 2023, la inflación subyacente (7,7%) ha superado ampliamente la inflación general(6,1%). Escenario excepcional no conocido desde 1993.

Cómo esperaba el BCE con el transcurso del tiempo y un invierno menos frío de lo previsto, la carestía de energía, los cuellos de botella y la disrupción de las cadenas de suministro globales se han ido resolviendo y el precio de la energía y los combustibles reduciéndo. Lo cual ha provocado una sensible bajada del IPC general. Pero la inflación subyacente sigue subiendo arrastrada por el crecimiento de los precios de bienes y servicios. Lo que más teme el BCE son los efectos de segunda ronda, la espiral salarios-precios, que llegarán. La bestia está mutando de una inflación de oferta a una inflación de demanda, en la que el precio de los servicios tiene cada vez más peso. El riesgo de desanclaje de las expectativas de inflación es creciente. El BCE ha anunciado una nueva subida del 0,50% para marzo. Seguirá subiendo los tipos de interés durante 2023, para mantenerlos altos hasta 2025. El techo que alcanzarán los tipos de interés es incierto. Algunas casas de análisis no descartan que puedan llegar hasta él 4,5% o 5%.

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