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Cualquiera preocupado por el tema debería leer en la Revista Española de Medicina Legal (Elsewier, 2023) el trabajo de Eulàlia Trías, Raquel Guardia y Ramón Trías: “Tratamiento de la información de violencia de género con aportaciones de la inteligencia artificial (IA)”, donde se une la experiencia médica forense de la primera, con la de los otros dos autores en el ámbito de la IA. Ramón Trías, presidente de AIS, fue pionero en España en aplicaciones de IA que iban desde la optimización de recursos en corte de tela y cartonaje, al crédito automático y detección temprana de riesgos financieros. Ahora aplica estos conocimientos al problema de la violencia de género o machista (VG, VM), a partir de 1.664 casos de una muestra de 2.276, recogidos durante años en L’Hospitalet, Barcelona.
Se trata de detectar características sintéticas de incidencia en las víctimas de VG, mediante combinaciones de características tales como si hay hijos de otras relaciones, el agresor es pareja actual, motivos como celos, presencia de alcohol o drogas, si la vivienda es o no en propiedad, edad de la víctima, o si tiene empleo. Tras desechar otros, utilizan el método CaRT (Classification on Regression Trees) integrando criterios médico-forenses con datos de la víctima y el agresor, y Habits, la base socioeconómica Big Data propia de AIS, sobre el entorno. De esta forma, se obtiene información útil para comprender situaciones y evitar que víctimas de VG sufran agresiones de mayor gravedad, que van de contusiones, hematomas, heridas, fracturas, agresiones sexuales, a la muerte. La reincidencia se corresponde con la mayor gravedad, y las edades de más riesgo son de 18 a 30 años, se dan en mujeres sin empleo, cuando la vivienda no es en propiedad, y ocurren en fines de semana, en horarios de madrugada, o en la mañana temprano si hay hijos de otras relaciones. De esta forma, las combinaciones ayudan a establecer perfiles, y éstos a enfocar respuestas de prevención de la VG. Los autores recomiendan campañas muy concretas en entornos culturales, buenos protocolos de asistencia, traductores para casos de extranjeras, dotación asistencial y vigilancia adaptada a alertas tempranas, y evaluación de la efectividad de todo lo que se hace.
Surgen dos ideas adicionales; la primera, que el estudio no es concluyente y la metodología de combinaciones de características, aunque ilumina bastante, necesitaría aplicarse a una gran base de datos. Los autores realizan el trabajo de manera altruista, pero hace falta una inversión, aunque sea pequeña, en un asunto tan grande. La segunda idea es que el Ministerio del Interior podría liderar un programa de prevención de riesgos graves con la aplicación de esta metodología en el ámbito nacional. Pero es aquí donde el camino torcido que están tomando algunas autonomías, con sus propias guerras culturales, frivolizando con la VG, dificulta avanzar ante esta lacra que es una verdad incuestionable en toda época, en todo lugar. “Los hombres hablan por todas partes de valores universales –dice Adam Thirlwell en su nueva novela The Future Future (McMillan)– pero las únicas historias universales son las de mujeres asesinadas, o golpeadas, violadas, o abandonadas”.
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