Pues nada, ya estamos aquí de vuelta, que ya va siendo hora, después de este agosto tan largo y extraño que hemos tenido, y del que hemos escapado como mejor hemos podido, o querido, según. Ya tenía yo ganas de ver a mis vecinos del barrio, y de que todas las tiendas abrieran como siempre, que también la normalidad es una buena noticia, sobre todo en este tiempo, donde la normalidad, por desgracia, no es lo frecuente.

Si les digo la verdad, porque no hay otra, poca cosa he hecho este mes de agosto, el que menos de los últimos años. Y es que yo creo que es lo que tocaba este verano, me parece a mí, si tenemos en cuenta lo que tenemos en lo alto. Para que se hagan una idea, no es que no haya salido de Córdoba, vamos, que ni un solo día en la playa, ni en Fuengirola ni en ningún sitio, es que no he salido del barrio, ahora que me paro a pensarlo. Yo creo que lo más lejos que he llegado ha sido hasta a Isabel La Católica, creo recordar, así que háganse una idea.

Y eso que este verano debería haber sido especial, por eso de los 1000 domingos que he cumplido en mi Día, pero ni por esas, que la cosa no está para celebraciones. Y a lo mejor debería estarlo, que tampoco creo yo que sea bueno que estemos todo el día dándole vueltas a lo mismo, porque eso es lo que estamos haciendo. Que yo sé que es inevitable hablarlo, ya lo sé, pero que tampoco le dediquemos más tiempo del necesario, que no creo yo que sea una buena cosa. Sobre todo para nuestra salud mental, para el coco, que hay que tenerlo en otras cosas, más bonitas, más positivas, que es un palabra que ahora se utiliza mucho. Y en nada, pasado mañana mísmamente, nos llega una de las grandes fiestas de nuestra Córdoba bendita, la Fuensanta. Desde hace años, aunque lo están intentando, no tiene el lustre de hace años, que le hablaba de tú a nuestra Feria de la Salud, lo que yo les diga. Que se juntaba allí media Córdoba y algo más, pero gente, tela, y todos los niños con la campanita y contando la historia del caimán, que tiene tantas historias como gente que la cuenta. En eso se parece al gazpacho, que no saben dos iguales, y eso no quiere decir que estén malos, ojo, solo que son diferentes.

Pues eso, que hemos tenido un mes de agosto diferente, tranquilo, de pocas juntas, porque es lo que toca, ser responsables. Y hay que seguir siéndolo, para que el agosto que viene sea como nos dé la gana, o casi tan bueno como los de antes.

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