De aquella familia de conveniencia en el que varios jóvenes y niños buscaban refugio para que nadie se aprovechara sus superpoderes se rescató a sus integrantes para saber qué había pasado cuando dieron el estirón. Ahora el relato de Los protegidos avanza hacia una academia en línea con las sagas vampíricas y mágicas. No hay nada como un instituto donde pasan cosas. Hoy domingo se estrena en Atresplayer Premium ese salto sobrenatural de Los protegidos A.D.N., que es como si Élite se aguantara la ropa y se transformara en el castillo de Harry Potter.

Los personajes principales dan paso desde unas tramas familiares a un universo coral más abierto donde de nuevo los flujos desatados hay que domarlos y protegerlos al servicio del bien. Una lección aconsejable para las nuevas generaciones, al fin y al cabo. Las pulsiones humanas y mundanas (los superpoderes son sus parábolas) también deben recibir ese perfilado. Si es entre compañeros, mejor.

Los protegidos mantiene su tono familiar pero entre las paredes del instituto, de la academia, con el carisma de Antonio Garrido, que redondea en comedia las escenas. Luis y Ana Fernández son el hilo conductor de lo que fue la ficción de los niños eléctricos a esta cuadrilla de estudiantes de auroras boreales. De un vistazo se confirma la evolución de los efectos especiales en la ficción española en estos últimos diez años.

La serie de Atresplayer Premium mantiene el tono familiar para distinguirse entre tantos productos y subproductos similares en las plataformas, con unas historias reconocibles para los espectadores jóvenes, con el enlace de personajes ya bien conocidos. "Lo verdaderamente transgresor es hacer una serie enfocada a toda la familia. Eso es lo difícil", dice Antonio Garrido. Se han retorcido tanto las serie en el metaverso del streaming que el actor sevillano tiene toda la razón.

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