Análisis

Iván Llanza ortiz

Miembro de la Academia Andaluza de Gastronomía y Turismo

Ojo con el ajo

En la comarca del Jerez existen multitud de ventas, casas de viña, lagares y bares que ofrecen cada invierno su plato favorito de temporada. Un plato tradicional y humilde que está cautivando por igual el paladar de locales y visitantes. Una delicia para los amantes de la buena mesa que requiere de tiempo, conocimiento y amor para su elaboración. Sus sencillos y ricos ingredientes son: pan de telera de un par de días, tomates, aceite de oliva virgen extra, un lebrillo de barro, un mortero y unos auténticos gajos de ajo, que son fundamentales para la elaboración del mítico ajo caliente. Además, y como si de un coctel se tratase, también lleva una ligera decoración, comestible por supuesto, en algunos casos formada por unas hojas de hierba buena, un poco de huevo duro y un rábano con sal gorda por lo alto. Y, como no hay dos sin tres, será estrictamente necesario contar con una pequeña o gran frasca con mosto del año procedente de las uvas Palomino Fino que se cultivan por la zona.

Existen diferentes rutas y todas son de calidad, la verdad sea dicha, pero en el caso de ser forastero y no conocer la zona recomiendo parar en la Venta Tejero, Venta la Blanca Paloma o Venta del Corregidor a las afueras de Jerez o en la Bodeguita del Piraña en el corazón de Trebujena. En cualquier caso no es difícil identificar los lugares de culto donde se sirve el Ajo y el mosto ya que todos suelen lucir un banderín rojo en la puerta de acceso. El menú de Venta suele complementarse también con unas papas aliñadas de infarto, unos chicharrones cuscurruitos y algunos platos como las tagarninas esparragadas con huevos o una buena berza campera. En cualquiera de sus modalidades un menú de calidad tres estrellas Michelin a unos precios imbatibles digno del paladar más exigente.

Esta tradición, convertida ahora en tendencia, reúne los fines de semana a amigos y familiares en cualquier rincón del marco para disfrutar en buena compañía de productos locales elevados a la categoría de delicatesen.

Además, y por si esto fuera poco, también es época de zambombas y es posible rematar la faena disfrutando de una copa de Pedro Ximénez o Brandy alrededor de una candela cantando villancicos flamencos. Si flaquean las fuerzas a media tarde, unos pestiños y dulces de convento nos acercaran un poco más al cielo devolviéndonos al mismo tiempo la energía necesaria para terminar dando una pataíta por bulerías celebrando la llegada de la Navidad. Así que mucho ojo con el ajo que sabemos cómo se empieza pero no como termina.

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