Muchos todavía no sabrán qué ponerse mañana. Si tirarán de brillibrilli o recurrirán al terciopelo. Algunos no habrán comprado su lencería roja aún y, supersticiosos hasta el extremo, recorrerán todos los comercios locales a la caza de unas bragas/calzoncillos colorados. Los habrá que todavía no sepan si irán con la familia o les tocará recibirlos en casa, si saldrá el plan de casa rural o esa escapada a la playa. ¿Cordero o pescado? será le pregunta que algún amante de la improvisación se haga. ¿Cotillón en el garito de moda o unas copas en casa de Fulanito? Quién sabe cómo y dónde acabara la que, a pesar de todo, es la noche más corta del año.

La noche de Fin de Año siempre parece especial, por eso las dudas acompañan al personal hasta el último momento. No es para menos. Dar portazo a un año, con sus altos y sus bajos, para dar comienzo a otro, con 365 posibilidades para ser feliz, se me antoja mágico. Por eso todo debe ser perfecto. La compañía, la mejor y más querida, la comida, más que deliciosa, y la fiesta... ¡mejor que las de Marbella en sus años dorados! Pero, ¿cuántos años hace que nada es así? Los habrá con suerte -con mucha suerte- y podrán sentar a su mesa a todos los que más quiere. Una entrada en el año sin ausencias. Pero, salvo que se sea un niño, las ausencias son inevitables. También los habrá que no quieran despedirse de 2018, para ellos este año ha sido tan espléndido que no quieren despedirse de tanta dicha. Aunque, optimistas por castigo, miran al próximo año con ilusión porque saben que lo bueno para ellos no acaba nunca.

Pero, también hay muchos que desean que el año -y puede que hasta el milenio- concluya la noche de mañana, que al sonar la última campanada no empiece 2019, si acaso que vuelva a ser 2009 y todo esté por hacer. Ellos, de quienes nunca se hacen películas navideñas ni terminan siendo protagonistas de un anuncio ñoño, deberían ser los auténticos protagonistas de esta noche. Para ellos deberían ser nuestros deseos, nuestra ilusión y nuestras ganas de comernos 2019. Ellos, para los que 2018 no ha traído más que desdichas, merecen que nos olvidemos de bragas rojas, cordero y cotillón, nos pongamos en su piel y codo con codo los ayudemos a recibir el año con esa fuerza que tanto necesitan.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios