Visto y Oído
Magno
Rafalete
Con los años me he dado cuenta que la decencia no es llevar la falda más o menos corta, las patillas de un modo u otro, o decir o no decir tal y cual taco, que hay muchos donde escoger. La decencia no es eso, ni mucho menos, y yo he tardado muchos años en darme cuenta, pero lo he conseguido, y vaya tela lo rarito que he empezado hoy esto, que ni yo mismo me reconozco. A ver si lo enmiendo.
Hoy he comenzado así porque últimamente me estoy enterando de cosas que no me están gustando nada, cosas que huelen mal, sobre todo porque pueden ser muy malas mañanas, mucho peor, ya que hoy son solo un aviso, y si no hacemos nada por impedirlo podemos acabar peor que mal, y eso es lo que no quiero. Ya saben ustedes de lo que hablo. Todavía hay mucha gente, por ejemplo, que valora al otro o lo respeta según lo que tenga, mientras más dinero como que es mejor persona, mejor en todo, no sé si me estoy explicando y yo creo que hay cosas que no se consiguen con dinero o solo con dinero. Por eso hablaba antes de la decencia, que al final es poder mirar a todo el mundo a los ojos y meterse todas las noches en la cama y poder dormir de un tirón porque no tienes cuentas pendientes. Y cuando digo lo de cuentas pendientes no estoy hablando solo de dinero, que ya saben ustedes a lo que me refiero.
Por eso hay que pasar por la vida llevándose lo mejor posible con el que tienes al lado, sin pegar codazos y sin poner zancadillas, que luego nunca sabes las vueltas que vas a dar y cómo vamos a acabar pasado mañana, que esto puede ser muy corto, pero también puede ser muy largo y es mejor llevándose bien que estando todo el día cabreado, las cosas como son. Por eso hay que ser decentes, en todos los sentidos, y se empieza teniéndole respeto a todo el mundo, al rico y al pobre, al negro y al gitano, a la viuda o al camarero del bar, a todo el mundo, sin importarnos lo que tenga en el banco o no, que eso siempre es circunstancial. En fin, que hoy me ha salido esto un poco serio, a lo mejor es por la primavera, que me tiene trastocado sin que yo me dé cuenta o porque, de vez en cuando, es bueno pararse a pensar las cosas.
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