Puede que estemos más cerca de que Informe semanal pueda durar los 60 minutos de costumbre. Parece que su director Óscar González lo intentó con motivo de una edición especial dedicada a conmemorar la Constitución. Aunque parezca lejana en el calendario, no está de más regresar a ese sábado, por el interés del formato adoptado: el debate. Se trataba de contraponer las opiniones de varios jóvenes universitarios con las de una serie de expertos de distintas disciplinas.

De entrada, hemos de decir que nos chocó que se tratase de un debate editado. Si existe un formato que, por definición, hay que dejar volar, es éste. Pero da la impresión de que a nadie más se le ocurrió organizarlo, y entre concentrar todos los argumentos que se lanzasen en el plató en media hora o cancelar la propuesta, se optó por opción la menos mala.

Pilar García Muñiz se abstuvo de ejercer de moderadora, y fue la tormenta de ideas la que sobrevoló el estudio, para que no se perdiera ni uno solo de los minutos disponibles. Este formato de debate hubiese dado para otro programa, o para otra serie de programas. Sería deseable que alguien cogiese el guante a la hora de ponerlo en marcha.

Resulta curioso que, desayunos aparte, no exista ni un solo programa de debate en TVE. El que dirigió durante las últimas cinco temporadas Julio Somoano se emitió pasada la una de la madrugada, por lo que ni siquiera puede ser tenido en cuenta como una verdadera apuesta al servicio de la audiencia. Desde los tiempos de Enfoque, con Elena Sánchez Caballero, no se han emitido debates antes de la medianoche. Y ya ha llovido. Valga el intento de Óscar González para despertar algunas conciencias en la santa casa de Torrespaña. Ah, y lo de Millennium, muy de madrugada en La 2, tampoco es un debate propiamente dicho. Sólo una tertulia divulgativa muy civilizada.

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