Análisis

Fernando Faces San Telmo Business School

China a contracorriente

Cuando todos los bancos centrales de Occidente, preocupados por la persistente inflación, suben los tipos de interés y retiran liquidez, China hace lo contrario. Recientemente el Banco Popular de China (BPC) ha reducido el tipo de interés de referencia a un año de financiación a los bancos hasta el 2,75%. La liquidez inyectada alcanza los 400.000 millones de yuanes. El objetivo es mejorar la liquidez de la banca, aumentar la oferta de crédito y estimular la economía. Con el mismo objetivo en el primer trimestre se aprobó la reducción del coeficiente de reservas de la banca y del tipo de interés hipotecario.

Entre crecimiento e inflación la prioridad de los bancos centrales de las economías occidentales ha sido reducir la inflación. China prioriza el crecimiento. La razón es que la inflación todavía no está fuera de control. Por el contrario el crecimiento se está reduciendo alarmantemente por los nuevos confinamientos, por la caída de la demanda interna y por la pérdida de dinamismo de las exportaciones. Los datos son alarmantes para una economía que ha llegado a crecer a un ritmo de dos dígitos. Entre abril y junio la economía China se ha contraído. El crecimiento del primer semestre de 2022 no supera el 2%. El objetivo del gobierno chino es alcanzar un crecimiento mínimo del 5,5% en 2022. Un objetivo imposible. Al gobierno le preocupa especialmente que el desempleo juvenil de 16 a 24 años se haya disparado hasta el 19,9%. En el último trimestre las ventas minoristas se han desplomado y la producción industrial se ha desacelerado hasta el 3,8%. La crisis de la gran inmobiliaria Evergrande se ha contagiado al resto de promotores. Tras el control y límites impuestos por el gobierno a la financiación del sector para reducir su excesiva deuda (las tres líneas rojas), la construcción inmobiliaria se ha reducido drásticamente y las ventas de viviendas han caído más del 30%. El sector inmobiliario es un 25% del PIB de China. El Gobierno Chino está vendiendo la idea de un necesario cambio de paradigma hacia un crecimiento de mayor calidad, tanto en productos y servicios como en empleo, abandonando el de mayor cantidad. De hecho en el plan quinquenal de desarrollo no se especifican las metas cuantitativas. No obstante el desplome del crecimiento es un escenario no esperado y difícilmente justificable, que sin duda preocupa así Xi Jinping en el año del centenario del partido comunista y de su perpetuación en el poder.

Por el contrario la inflación, aunque subiendo, alcanza el 2,7% interanual y se espera que no rebase el 3% a final de año. Muy lejos de los niveles próximos a dos dígitos de Estados Unidos y la UE. No obstante la política monetaria expansiva está siendo prudente. El Gobierno y el Banco Central tienen escaso margen de actuación. Tras varios años de potente inversión en infraestructuras la deuda pública y privada se han disparado hasta los niveles de las economías avanzadas más endeudadas. En los dos últimos años el nuevo paradigma del gobierno chino es crecimiento de calidad, con estabilidad financiera. Por esta razón es de esperar que los nuevos estímulos monetarios y fiscales sean prudentes y no pongan en peligro la estabilidad.

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