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Carmen Pérez
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Rafalete
No nos podemos quejar del mes de junio que estamos teniendo, que si bien empezó muy fuerte luego hemos tenido dos semanas de casi otoño, que hasta nos hemos tenido que poner la sabanita por las noches, y bien saben que no estoy exagerando, que ha estado bien la cosa, para cómo ha sido otros años, que mejor no recordar.
Fue pegar el subidón de la luz y empezar a bajar la temperatura y yo que me alegré, porque parecía que iban a ganar dinero a espuertas los de las empresas eléctricas y se van a tener que esperar. Y es que al precio que la han puesto cualquiera le da al mando del aire acondicionado a las seis de la tarde, que no hay derecho, que te empieza a subir la factura como no te puedes imaginar, una cosa mala. Yo este verano lo tengo claro, porque ya ha empezado a subir la temperatura, como es lo normal, claro, por las noches me subo a la azotea y de vez en cuando me pego un manguerazo, como vengo haciendo desde que era un nene. Lo tengo clarísimo, que a mí no me importa dormir a cielo descubierto, que hasta me gusta estar mirando las estrellas mientras me duermo, y luego si refresca cuando clarea ya me paso a la cama, como siempre he hecho. Lo que ya no puedo hacer de cuando era un nene es lo de ir a la piscina de la calle Zarco, que hace ya mucho que la cerraron, pero vaya como me lo he pasado yo allí, un auténtico lujo, que muchos ahora no se lo pueden imaginar pero aquello era un auténtico placer, pero de los muy grandes.
Ahí pasaba yo muchos días, y lo mismo me pasaba con el Olimpia, con el cine de verano, que si no llega a ser por la calle Zarco yo no sé qué habría sido de mis veranos, y lo digo de verdad, con el corazón en la mano. Vaya días buenos de aquellos veranos en los que no sentíamos el calor, como tampoco sentíamos el frío el invierno. Por aquel entonces no teníamos las comodidades de hoy en día y vivíamos como si tal cosa, que como no conocíamos esto de ahora no lo podíamos echar de menos, y no sé si me estoy explicando. La cosa es que estábamos a las cinco de la tarde, cayendo la más grande, jugando al fútbol o haciendo cualquier otra barbaridad, aunque yo prefería estar en la piscina de la calle Zarco, también tengo que decirlo. Una piscina que se me acabó pronto, porque sólo estaba permitida a mujeres y niños, y yo creo que cuando cumplías los 14 o así ya no te dejaban entrar, las cosas de aquellos tiempos. En fin, que hoy me acordado de la calle Zarco y de lo bien que siempre me lo pasé allí.
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