Los despiertos | Crítica

La vida insomne

Una escena de la obra 'Los despiertos'.

Una escena de la obra 'Los despiertos'. / IMAE Teatro Góngora

La luz tenue sobre el escenario deja adivinar tres siluetas que avanzan con un caminar extraño. Mientras se presentan por el mote que tienen, agarran sus cepillos para comenzar la jornada que durará lo que tenga que durar hasta que vean la luz de un Sol que dudamos si saldrá. Cuando la ciudad duerme, ellos son los únicos que no lo hacen. Así comienza Los despiertos, obra escrita y dirigida por José Troncoso e interpretada por Alberto Berzal, Israel Frías y Luís Rallo.

A través de estos tres personajes marginales conoceremos historias que ocurren a diario: incapacidades, miedos, deseos frustrados, incomprensión, violencia, enfermedad, miseria… toda una retahíla de vivencias surgidas entre barrido y barrido que pese a la naturaleza trágica que contienen impactan sobre todo por la manera en que el trío de intérpretes elaboran su discurso para trasmitirlas. La crudeza se trasforma en comedia que hace reír donde a priori no habría cabida para hacerlo.

Troncoso firma un texto cargado de fondo, poético y desgarrador. Sus líneas evocan desde clásicos del absurdo como Ionesco y Beckett hasta incluso del naturalismo, con esa idea machacona del “hay que trabajar” presente en Las tres hermanas de Chejov.

La producción cuenta con una puesta en escena simplificada al máximo y una acertadísima iluminación. Brilla sobremanera el trabajo actoral de Alberto Berzal, Israel Frías y Luís Rallo. Cada uno se emplea a fondo para sacar toda la verdad posible en un registro tan complicado como el clown, convirtiendo el espectáculo en una experiencia viva, divertida y emotiva que sacó nuestro mejor aplauso.

¿Qué es la vida?, preguntó Calderón. La gran interrogante de la humanidad, tan recurrente sobre el escenario a través de siglos y que Los despiertos se plantean. Para ellos vivir es también soñar, aunque estén privados de ese privilegio. Pero todo no va a ser la oscuridad de la noche. El Sol saldrá, aunque sea por Antequera.

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