"La verdad poética no se consigue con ideas ni con realidades históricas"
Antonio Carreira. Filólogo
La presencia del cordobés en la poesía de Quevedo centra la conferencia que el especialista ofrece hoy en la primera jornada del simposio, que se desarrollará hasta el próximo sábado en el Rectorado de la UCO
La primera jornada del congreso internacional El universo de Góngora. Orígenes, textos y representaciones cuenta con la participación de Antonio Carreira, miembro del Centro para la Edición de los Clásicos Españoles y uno de los mayores expertos en el poeta cordobés, que ofrecerá, a partir de las 12:00 en el Rectorado, la conferencia Presencia de Góngora en la poesía de Quevedo.
-¿De qué manera se materializa esta presencia?
-De varias. Góngora, según demostró Gracián, es el maestro del conceptismo complejo. Quevedo y los demás poetas de su tiempo lo saben y hacen lo que pueden por seguir su ejemplo, no solo en el terreno de la retórica y de la poética, sino también en el más básico de la renovación del lenguaje, que Góngora enriqueció y libertó de ataduras gracias a su otro aspecto, el de poeta culto, que recaba para el castellano formas y procedimientos de la lengua latina, al fin y al cabo madre de la española; a esto vulgarmente se le llama culteranismo, que no es más que una parcela del conceptismo. Quevedo cita con frecuencia versos de Góngora que da por sabidos, unas veces en serio y otras en forma paródica; en uno de sus opúsculos llega a transcribir entero un poema gongorino. Y la huella de Góngora es muy visible en el que se considera el mejor poema amoroso de Quevedo. En resumen, don Francisco, aunque no simpatizara con Góngora, lo admiraba, y eso se nota sobre todo en su obra poética.
-Y, al contrario, ¿cabe hablar de huellas quevedescas en la poesía de Góngora?
-No, porque Góngora es de una generación anterior, casi veinte años mayor que Quevedo, a quien nunca menciona. Cuando Góngora enfermó de su última dolencia, en 1626, Quevedo no había publicado con su nombre más que unos poemas sueltos y poco significativos. Su obra poética, a diferencia de la gongorina, apenas circuló durante su vida, se conoció sobre todo al imprimirse parte de ella en 1648, tres años después de su muerte. Por ello, en el siglo XVII la poesía de Quevedo no influyó en casi nadie, pues no abre sino que cierra una época de buena poesía española.
-Góngora y Quevedo representan dos cimas poéticas en la confusa España de principios del siglo XVII. ¿En cuál de ellos se visualizan mejor las tensiones y los conflictos de la época? ¿Cómo resuelve cada uno la síntesis entre verdad poética y realidad histórica?
-Aunque la mayoría de la obra poética de Quevedo carece de fecha, más que de principios del siglo XVII es de su primera mitad. Las tensiones y los conflictos, si se quiere, se ven mejor en ella simplemente porque Quevedo tenía ambiciones políticas, y Góngora no. Aparte de eso, también se ven en Quevedo otro tipo de intereses, por ejemplo en su comedia Como ha de ser el privado, muy adulatoria hacia el conde duque, a quien atacará más tarde según sople el viento de la política. Creer que en nuestro Siglo de Oro hay poetas rebeldes y antisistema por convicción ideológica es un anacronismo. No es cierto ni siquiera en Villamediana. Y Quevedo si destaca por algo es por ser extremadamente conservador. En cuanto a la síntesis entre verdad poética y realidad histórica, me temo que es una frase menos profunda de lo que parece. El poeta es fiel a la realidad histórica cuando se la apropia, la refleja, incluso la rechaza, la critica o ayuda a transformarla, pero la verdad poética no se consigue con ideas ni con realidades históricas sino con palabras.
-Una característica que llama la atención de Góngora es su rechazo a la reescritura. ¿A qué responde esta actitud?
-Góngora es un clérigo que vive de la Iglesia; no es un escritor profesional, no necesita publicar ni engrosar su currículum. Escribe cuando quiere, dirigiéndose a un público selecto que le sigue fervorosamente, en especial su círculo cordobés, luego también madrileño, de amigos y eruditos. Por esa razón, es muy exigente consigo mismo, y eso no casa bien con la reescritura. En una carta conocida dice que prefiere empezar nuevos caminos a recorrerlos del todo.
-¿Hasta qué punto era Góngora consciente de la importancia de la cronología en la creación poética?
-Góngora, por desgracia, habló poco de su obra, así que no sabemos si daba o no importancia a la cronología. Es posible que las fechas aproximadas que nos ha conservado el manuscrito Chacón sean simple concesión al amigo que le preguntaba por las circunstancias y la época de cada una. Pero es indudable que Góngora sabía bien que su obra poética era distinta de lo establecido, que pretendía una revolución, aunque llevase aparejada una dificultad. Para entender ese proceso, la cronología era una ayuda inestimable.
-¿En qué momento se encuentran los estudios sobre Góngora?
-En cierto modo están en buen momento, puesto que ha pasado un siglo desde que el poeta salió del purgatorio. Hoy nadie discute que Góngora es una de las más altas cumbres de nuestra poesía, y hay hispanistas dentro y fuera de la península que se ocupan incesantemente de su obra. La bibliografía que saldrá en el catálogo de la exposición tiene más de 1.500 entradas, en cinco o seis lenguas, lo cual para una obra poética no muy abundante es significativo. Ahora bien, por ello mismo hay el peligro de que empecemos a no ser capaces de abarcar, de asimilar, el tsunami bibliográfico, de que nos repitamos, sin conocer lo dicho por otros o resumiéndolo. Y también es probable que muchos estudiosos prefieran no moverse de su casa y digan sus ocurrencias sin acudir a las fuentes, que son los manuscritos de archivos y bibliotecas. Eso daría lugar a una riqueza solo aparente, en el fondo empobrecedora.
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