En la trastienda de 'Facebook'
Llega a las salas de cine 'La red social', la película de David Fincher sobre el colosal éxito (y los trapos sucios) de la empresa fundada por Mark Zuckerberg
"No puedes hacer 500 millones de amigos sin ganarte algunos enemigos". Así de contundente es la frase publicitaria de La red social, la película de David Fincher que cuenta el auge (hasta ahora sin caída) de uno de los grandes éxitos de la selva de internet en los últimos años: Facebook.
En efecto, el caralibro parece haber entrado en nuestras vidas para quedarse. Ya dejó atrás su primigenia intención de ser un instrumento de búsqueda de antiguos compañeros de estudios para convertirse en una de las plataformas virtuales más poderosas, que sirve para que conocidos que no viven en la misma ciudad sepan los unos de los otros, mientras las empresas la aprovechan como soporte publicitario. Pero este maravilloso (o no tanto, ya circulan teorías conspiranoicas sobre si lo usan los poderes ocultos para tenernos a todos controlados) invento tuvo unos orígenes polémicos, que es lo que cuenta el filme. Ya fue narrada en un libro que inspira la película, Multimillonarios por accidente. Se centra en Mark Zuckerberg, uno de esos avispados adolescentes que en la sociedad postindustrial están ocupando el sitio de los ingenieros y los científicos. Siendo estudiante en Harvard, en 2003, con 19 años, empezó a crear programas que fueron la base de Facebook pero que le valieron ser acusado por las severas autoridades académicas de piratear los sistemas informáticos de la universidad.
La respuesta de Zuckerberg fue dejar los estudios y crear al año siguiente Facebook, que es como se denominan en inglés los directorios de estudiantes que suelen publicar los centros de enseñanzas estadounidenses. El resultado no hay que decirlo: seguro que muchos de los lectores de estas líneas no necesitan que se les aclare en qué consiste Facebook. Convertido en multimillonario a una edad en que todos siguen estudiando o ejerciendo su primer empleo (el que pueda), pronto el tesoro virtual que había descubierto atrajo las iras de mucha gente. Por ejemplo, de tres compañeros suyos de Harvard que le acusaron de haberles robado la idea, entrando en una cadena de pleitos judiciales. Sea como fuere, el caso es que esta historia en el fondo tan americana cayó en manos de Ben Mezrich, que escribió el libro citado, y en las de Hollywood, que confío para adaptarlo en dos grandes nombres: el guionista Aaron Sorkin, alma mater de la serie El ala oeste de la Casa Blanca, y el errático David Fincher.
El director, que es mejor cuando se acerca al lado sórdido de la vida (Seven, Zodiac) y menos cuando vira al romanticismo (El curioso caso de Benjamín Button), puede tener una historia adecuada a su esquinado talento. Se ha confiado en un grupo de jóvenes actores como Jesse Eisenberg, Max Minghella (uno de los protagonistas de Ágora) y Justin Timberlake, en una nueva incursión en el cine. La cinta se ha hecho sin la ayuda de Facebook, que no quiso saber nada de cómo removían sus interioridades. Por ahora, el filme ha sido un éxito en Estados Unidos, sin duda provocado por esos 500 millones de amigos conectados a su red. Por cierto: Zuckerberg aparecerá pronto en un episodio de Los Simpsons, lo que demuestra mejor que la revista Forbes que es un mito de hoy en día.
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