Juan Carlos Rubio. Director y autor teatral

"El teatro español vive un momento pleno de creatividad"

  • El cordobés dirige una versión de 'El Príncipe' de Maquiavelo que llega al Teatro Góngora el sábado, protagonizada por Fernando Cayo. En el horizonte, 'Muñeca de porcelana' de Mamet.

Los proyectos se suceden sin descanso para el montillano Juan Carlos Rubio, que se ha sumergido en Maquiavelo para adaptar y dirigir El Príncipe (1513), una obra que celebró su estreno el pasado junio en el Corral de Comedias de Alcalá de Henares y que el próximo sábado llega al Teatro Góngora, protagonizada por Fernando Cayo.

-¿Cómo ha sido su inmersión en el pensador italiano?

-Fascinante. Tenía muchas ganas de hincarle el diente a un texto que hablase de la política, de la condición humana y del poder. Y en vez de crear un argumento original me planteé dotar de una estructura dramática a El Príncipe, junto a otros fragmentos de obras de Maquiavelo como El arte de la guerra, Discursos sobre la primera década de Tito Livio, La mandrágora y sobre todo su correspondencia personal. Hay una carta que le manda a un amigo que es muy reveladora de cómo se encontraba él en ese momento. Con todo ese material le di forma a esta obra especial que funde pensamiento y teatro.

-¿Qué le enseña Maquiavelo a un lector/ciudadano actual?

-Nos da unas buenas lecciones de lo que le pasa al ser humano cuando está cerca del poder. No podemos olvidar que los políticos y los gobernantes son seres humanos y tienen sus filias, fobias, dudas, adicciones... Él nos recuerda cómo es el ser humano.

-La naturaleza del poder, su finalidad prioritaria de permanencia, no cambia con los siglos...

-Él, más allá de que le parezcan bien o mal ciertas cosas que cuenta, las analiza con un bisturí. Lo cuenta como un observador que desde fuera dice: cuando alguien quiere mantener el poder, esto es lo que hace, nos guste o no, nos parezca legítimo o no.

-¿Cómo ha sido el trabajo con Fernando Cayo?

-Maravilloso. Es un actor descomunal y no puedo imaginar este espectáculo sin él. Ha sido una colaboración muy cercana, hemos ido probando, sumando, restando... Lo que él hace en escena es dificilísimo, sujetar ese discurso y encima dotarlo de unos sentimientos navegando desde la obra de Maquiavelo hasta su vida, que es lo que sucede en la obra. Es un actor increíble.

-Recientemente también ha estrenado la comedia musical Iba en serio...

-Sí, está en gira, con Jorge Javier Vázquez y Kiti Mánver. Llevamos dos meses con ella desde el estreno en Málaga. Lo que define mejor este espectáculo es la palabra inglesa show: con canciones que todo el mundo reconoce, muy concebido para Jorge, que cuenta su vida. Kiti Mánver interpreta a su madre y hay un grupo de actores-cantantes maravilloso. Está gustando mucho.

-¿En qué otros proyectos trabaja?

-Estoy ensayando con Fernando Cayo, Santiago Ramos y Alfonso Lara una comedia muy divertida en verso que se llama Páncreas, que irá a Córdoba el año que viene. Estrenamos el próximo día 26 en Bilbao. Y en enero me pongo a dirigir a otro monstruo de las tablas, José Sacristán, y a Javier Godino con la última obra que ha escrito David Mamet, Muñeca de porcelana. Estrenaremos en Sevilla en febrero. Y hasta ahí puedo contar.

-No le faltan proyectos sugerentes...

-Estoy muy agradecido por que confíen en mí y me estén ofreciendo cosas tan estupendas.

-¿Cómo anda de salud el teatro español?

-Yo lo veo mal y bien. Mal por el asunto que parece eterno del IVA y la falta de apoyo y la cantidad de problemas a la que se enfrenta cualquier compañía o productor, y bien porque es un momento pleno de creatividad, de dramaturgos que están escribiendo cosas interesantes, de actores, directores... Un momento muy vibrante, con esa otra cara de la moneda que es la locura en la que está inmersa la profesión con todas estas decisiones equivocadas.

-¿Percibe interés en los jóvenes por el teatro?

-La competencia es dura porque los más jóvenes tienen otros reclamos muy fuertes hoy en día, pero los teatros siguen ahí y son ya 25 siglos de historia... El público sigue necesitando ese espejo que es el teatro, que pone delante de nosotros la condición humana (que, volviendo a El Príncipe, es lo que hace Maquiavelo). Estaría muy bien que, mirando hacia los jóvenes, a través de las instituciones, las escuelas y las familias el teatro se convirtiera en un elemento mucho más conciliador y pedagógico. Creo que aún nos queda un tramo que recorrer para consolidar a los públicos más jóvenes. Pero la gente sigue yendo a los teatros, hay un interés grande y ahí seguimos, trabajando.

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