Los sones llegan al casco histórico
Grandes personajes de la historia de Córdoba como Góngora, Manolete, Ibn Zaydun y Wallada centraron parte de los espectáculos, que también recordaron a la cultura sefardí y mostraron el sentir flamenco de los orientales
Los sones del flamenco se fundieron con la música lírica, la literatura y la tauromaquia para recordar a grandes figuras de la historia de Córdoba como Ibn Zaydun, Wallada, Góngora y Manuel Rodríguez Manolete, que centraron tres de los espectáculos que se desarrollaron en el casco histórico a lo largo de la gran velada que vivió la ciudad la pasada madrugada.
El collar de la paloma, del escritor cordobés Ibn Hazm, sirvió en Manos enamoradas de hilo conductor para el desarrollo de la historia de amor entre Ibn Zaydun y Wallada, que se vivió en la plaza de la Compañía. Otra de las figuras centrales de la noche fue Manolete, el más grande de los Califas del toreo. Y qué mejor lugar que la plaza del Conde de Priego, presidida por la escultura de este matador cordobés, para rendir homenaje a su figura en este coso imaginario del barrio de Santa Marina con el montaje Manolete: arte y pasión. Góngora tampoco podía faltar en esta Noche Blanca del Flamenco. En la plaza del Cardenal Salazar, en plena Judería, algunos romances y letrillas del poeta cordobés -Ándeme yo caliente ríase la gente, Hermana Marica o Déjame en paz, amor tirano- se convirtieron en flamenco. La guitarra de Jesús Rafael Gómez Casares, el cante de David Pino, el baile de Lola Pérez y la percusión de Patxi Cámara sirvieron de vehículo de expresión en Góngora y Flamenco.
Por otra parte, Pasión congregó en la Cuesta del Bailío a un numeroso público para disfrutar de los acordes de la agrupación Nuestro Padre Jesús de la Redención, una banda que, asociada a la Semana Santa, abrió sus perspectivas para interpretar un concierto de raíz flamenca con el toque particular de tambores y cornetas acompañados del cante de Milagros de Sanz y Manuel Espejo Churumbaque.
El baile flamenco fue protagonista de otra de las producciones, Capricho, que en un singular escenario como el Compás de San Francisco realizó un recorrido visual y sonoro por la evolución de esta disciplina desde finales del siglo XVIII hasta la actualidad. Laura González a la guitarra, Gema Cumplido al cante, Cristina Avilés como voz lírica, Esperanza María Ortiz y Encarnación Almansa al violín, Marta Sampere con la viola y Marina Ureña fueron las encargadas de guiar al público en este viaje.
Además, la gran afición que en Oriente sienten por este arte se hizo realidad en Flamencos del sol naciente (plaza del Potro), Tarik Banzi y Jorge Pardo actuaron en la plaza de Abades y la de Jerónimo Páez acogió Diáspora, un montaje en recuerdo a la cultura sefardí. Sólo los más atrevidos llegaron a Por fiesta, un espectáculo que reunió en la Puerta del Puente a partir de las 5:30 a una decena de artistas.
Por otra parte, los más pequeños fueron los protagonistas de la programación matinal de La Noche Blanca, que celebró un taller de palmas flamencas en el Museo Arqueológico, mientras que el público familiar pudo participar en Al son del flamenco, una actividad familiar que acogió el Bellas Artes.
La cita incluyó también un variado programa de arte contemporáneo que incluyó la videoinstalación La felicidad en el trabajo en el bulevar y Sobremesa en la Posada del Potro, Raverbena flamenca Ay Marikrú en la Caseta Victoria, la proyección de Quejío por el telefonillo en la Ermita de la Aurora y la de Instantáneo flamenco en la plaza de las Cañas, la instalación Memoria en Nur Comunicación y la exposición Vestidos lunares en la Fundación Antonio Gala.
No hay comentarios