Las obras robadas de la Biblioteca conservarán las huellas del asalto

El centro inicia la restauración de los libros que fueron mutilados por César Gómez Rivero, en los que permanecerá para siempre la memoria del expolio

Un técnico en restauración de la Biblioteca Nacional muestra uno de los libros mutilados.
Un técnico en restauración de la Biblioteca Nacional muestra uno de los libros mutilados.
Efe / Madrid

01 de octubre 2008 - 05:00

La Pietá de Miguel Ángel y los libros mutilados para robar sus láminas en la Biblioteca Nacional tienen ya algo en común: quienes los dañaron quedarán unidos para siempre a las obras porque el criterio para restaurarlos es mantener las huellas del asalto y que sean testimonio histórico de lo sucedido.

La directora de la Biblioteca Nacional, Milagros del Corral, y el responsable de la restauración, Arsenio Sánchez, explicaron ayer cómo será la reparación de los 11 libros, entre ellos los incunables de Ptolomeo, a los que el "ladrón confeso" César Gómez Rivero amputó durante un periodo de unos dos años y medio 16 láminas, de las que cinco siguen aún en paradero desconocido.

Había, esencialmente, dos posibilidades: eliminar cualquier rastro de los daños, considerables en algunos casos, o compatibilizar las necesidades de conservación con la historia de los ejemplares, ligados ya para siempre al expolio que descubrió una bibliotecaria en agosto del año pasado.

"Hemos elegido la segunda, aunque suponga que el nombre del ladrón de los libros permanecerá ligado a ellos de igual forma que lo está el de quien atentó contra la Pietá", detalló el responsable de la restauración, encargado del Fondo de Impresos Raros e Incunables o, lo que es lo mismo, de "los tesoros" de la Biblioteca.

Cuando, como en el caso de la Biblioteca, el ladrón no sólo mutila los originales sino que además les estampa sellos con sus iniciales para ocultar el de la institución, pega ex-libris falsos y les agrega no menos falsos certificados de procedencia, todo ello con el propósito de venderlos por internet, "el problema ético que se plantea en la restauración es qué hacer con esos añadidos", dice Sánchez.

La tendencia en el mundo, indica, es restaurar el soporte y asegurar su supervivencia respetando la historia del ejemplar, lo que incluye, "lamentablemente", incorporar las huellas del robo.

Gómez Rivero, el español de origen uruguayo de 63 años detenido en Argentina tras confesar el robo, utilizó una cuchilla para cortar las láminas pero en algunos casos, como en el de dos de las que no han aparecido, tiró de las hojas y rasgó otras.

Las dos láminas del célebre mapamundi en azul de la Cosmografía de Ptolomeo, de 1482, fueron cortadas con un cutter, dobladas para sacarlas ocultas, luego unidas con celofán, posiblemente retocadas en el color, selladas y por último pegadas a un ex-libris y un certificado, datado en 1953.

En otras ocasiones, como en el del mapamundi de la Geografía de Ptolomeo, de 1508, llegó a tratar con agua el papel y ha desaparecido el color original.

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