Un puntal de la guitarra del neoclasicismo
'Mi sonido en el tiempo'. Guitarra y dirección: Víctor Monge 'Serranito'. Segunda guitarra: Paco Vidal. Cante: María Toledo y Eva Durán. Guitarra/bajo: Julián Vaquero. Chelo: Cary Rosa Verona. Percusión: Víctor Monge Junior. Fecha: miércoles 13 de julio. Lugar: Gran Teatro. Tres cuartos de entrada.
Ésa fue la impresión que Víctor Monge Serranito, este maestro de la sonanta flamenca de concierto, causó allá por 1971, cuando en Córdoba ganó el Ramón Montoya del Concurso Nacional de Arte Flamenco. No era ningún jovencito, pero sí un adelantado del momento histórico que le tocaba en suerte que ya ponía el vello para tender ropa. Once años antes comenzó con su primera grabación en solitario, epatando entre la afición y siendo acogido por el insigne Narciso Yepes, que le transmitiría confianza y seguridad. Él lo aprovecharía en beneficio de la imparable carrera artística que iniciaba, hasta el punto de decidirse a poner en valor sus dotes para el concierto flamenco y que el mismísimo Andrés Segovia le invitase a tocar para él en directo.
Desde entonces, sus giras lo llevarían a darle la vuelta al mundo flamenco, donde conseguiría el máximo fervor del respetable. Y es que su palmarés, no por casualidad, resulta un exponente fiel de su trayectoria, a tenor de cómo se emplea en todo lo que presenta a su público. Hemos vuelto a apreciarlo ahora, el pasado miércoles, con Mi sonido en el Tiempo, estrenada hace 12 años en Córdoba, a la sazón en el Festival de la Guitarra, resolviendo con la brillante agilidad acostumbrada cuando sus dedos recorren cada traste del diapasón; como cuando se empleaba con el pulgar, con alarde técnico propio de su rango, para extraer notas variadas y de exquisita limpieza, de cuño propio, para ser entendido como un concertista diferente a los demás que podamos escuchar en otros espectáculos. Y sonar a él, siempre con prismas novedosos.
El público pudo disfrutar la noche pasada cuando Serranito fue entrando en los distintos palos, comenzando por la taranta Cazorla, dedicada al Guadalquivir; los tangos A la vera del Genil, por soleá, para sentar cátedra; granaínas Sueño en la Alhambra; sevillanas para el río grande andaluz, y para cerrar esta primera parte, alegrías de Cádiz dedicadas a Cuba, de Como un sueño. Estuvo acompañado con gusto al cante, en unos palos por Eva Durán y en otros por María Toledo, ésta cada vez más cuajada, y juntas sobradas de arte; además del resto de componentes que por sí solos podrían hacer su concierto; caso de Paco Vidal.
Acometió la siguiente comparecencia estrenando Voz para un pensamiento, guitarra y chelo que le dedicó el gran Manolo Sanlúcar, presente en el teatro Es un tema recreado con suma responsabilidad, según el interprete, en una inspiración que denotaba a su autor. También se acordó de Lorca en su Romancero Gitano por tangos, con todos en escena; una María Toledo al cante con su piano en estremecedora debla y mejor soleá, un cante por seguiriyas, pellizcando, de Eva Durán junto a Paco Vidal; un tema, memorial al amigo desaparecido, por soleá y bulerías; tangos por bulerías de Agua, Fuego, Tierra, y Aire a su amigo Sanlúcar, poniendo broche a la noche con un público que no dejaba de aplaudir, que él agradeció con un bis bulearero. Una puesta en escena con los suyos, en conjunto, colaborando para estar a la altura del genial guitarrista madrileño.
Sólo una acotación que preferiría soslayar. Mas, por si el maestro condesciende, me atrevo a sugerir: no se me embelece usted en sus solos cantándose en susurro a sí mismo mientras toca, maestro, pues, entre los instrumentos, el que mejor domina es el de las seis cuerdas, y el micrófono recogía interferencias cuando mejor sonaba. Con perdón.
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