No pudo el frío con el cante generoso
Cante: Antonio de Patrocinio, Curro Lucena y Curro Díaz. Guitarra: Luis Calderito. Fecha: viernes 7 de mayo. Lugar: entorno de la Torre de la Calahorra. Media entrada.
En la margen izquierda del Guadalquivir y junto a la Calahorra se celebró la primera de las dos citas del XVI Festival Flamenco Cruzando el Río. Aunque la noche se presentó desapacible, a la convocatoria acudió el suficiente público para que los artistas se sintiesen arropados.
Fue Antonio de Patrocinio el último en cantar y el que más alentó a los presentes. El cantaor volvió a confirmar el porqué de su tirón popular, manteniéndose siempre en criterios estrictamente flamencos. Sus cantes tuvieron ese latigazo expresivo que motiva y hace mantener la atención de quien escucha. Patrocinio dio a conocer su personal homenaje a Fosforito en un sólido y pujante cante por soleares. No faltó su propio tratamiento de las alegrías de Córdoba ni los fandangos de sabrosa síntesis melódica.
Abrió la terna Curro Lucena, quien abordó cada uno de los palos que interpretó desde la perspectiva de un clasicismo bien entendido, desde la afición y dedicación. Afrontó un serio repertorio con actitud de cantaor concienzudo que se vio reflejada en su malagueña. Tuvo el detalle de cantar la serrana, sin olvidar las alegrías de Córdoba.
Curro Díaz se presentó con ganas e ilusión, cantando con desenvoltura e intentando transmitir calor en una noche de frío otoñal. Fue fiel a su eco de pigmentación caracolera en tientos, recorriendo gozoso una amplia gama de tangos. Estuvo bien perfilada la malagueña del Canario, con la dicción adecuada. Se despidió, como viene siendo habitual en sus recitales, con su romance Córdoba estaba dormida.
Los tres cantaores, que hicieron cinco cantes cada uno, fueron acompañados por Luis Calderito. El guitarrista se ejercitó con modélica profesionalidad, sin que se notara que afectase a su ejecución el persistente frío de la noche. El tocaor aportó a cada cante un sonido de guitarra tradicional de las mejores escuelas, desde Montoya a Ricardo; unos toques añejos vigorizados en su ejecución.
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